tribuna libre

Gabriel Alconchel / Secretario De Libertades Públicas De La Ejecutiva Provincial Del PSOE

Un congreso para empezar a cambiar

LA crisis explica la derrota electoral, no la debacle. El PSOE ha estado desenfocado, diciendo una cosa y haciendo la contraria. Se han cometido errores de bulto en torno a la cuestión territorial; el socialismo es incompatible con el nacionalismo. En la agenda política han prevalecido las reivindicaciones de algunas minorías antes que los problemas de las mayorías. Graves errores de comunicación, en parte derivados de la falta de debate interno ante decisiones importantes. Anquilosamiento y oligarquización de las estructuras. Falta de participación en el tejido social. Estos son, entre otros, algunos de los elementos que habría que meter en la coctelera de la autocrítica para elaborar un diagnóstico mesurado y realista de por qué el PSOE está donde está.

El futuro no está asegurado, ni siquiera para una organización con más de 132 años de historia. La realidad se construye socialmente, y el día a día de una organización política con la aportación de sus afiliados. El PSOE ha liderado la modernización de España y Andalucía durante los últimos treinta años. Las razones del socialismo siguen siendo fuertes y los principios sólidos. Pero eso no basta.

El debate de las primarias es una muestra de que los actuales procedimientos internos de la organización no son suficientes para garantizar la expresión de la voluntad de los militantes de manera democrática. Si la democracia interna del partido no estuviera mediatizada, no serían necesarias las primarias. Es necesario actualizar el partido. Y, para ello, hay que mejorar la manera en que se configura la voluntad colectiva en su seno: romper con el clientelismo y la mediocridad; primar el mérito, la capacidad y el trabajo; favorecer la cercanía y la relación con en el tejido social. Las estructuras del PSOE no pueden ser un instrumento de control político, sino un instrumento de acción social.

El PSOE no necesita refundaciones, ni la sobreactuación de los conversos y los oportunistas, siempre cabalgando a lomos del interés personal. El PSOE necesita volver a convertirse en un instrumento que sirva a los ciudadanos para controlar y limitar el poder, y no que sea percibido como un poder más que comete los mismos abusos. Lo que necesitamos es un análisis realista de la sociedad, el fortalecimiento del discurso igualitario, recuperar la identidad de izquierda; y, especialmente, un reformismo fuerte. El socialismo surgió como un contrapoder al capitalismo productivo del siglo XIX. Ahora nos toca definirnos como un contrapoder al capitalismo financiero del siglo XXI.

Esa es la tarea para la que tenemos que prepararnos. Y los candidatos van posicionándose. Se van desprendiendo de sus debilidades. Chacón ya ha renunciado a su discurso catalanista. Ahora sólo queda que Rubalcaba se comprometa a renovar a fondo el PSOE y a no apuntalar a los dirigentes históricos que le están dando cobertura para que sea el próximo secretario general. Ambos deben saber que necesitamos cambiar y entusiasmarnos, y eso se logra con ideología.

Los problemas del PSOE no se arreglan en un fin de semana. Pero el congreso de Sevilla debe ser el inicio de un cambio profundo que la nueva dirección tiene que pilotar y que debe concluir con una organización política renovada, desde el punto de vista organizativo y programático, que sea reconocible por la ciudadanía como un instrumento para la transformación social y capaz de defender sus intereses.

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