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La ciudad y los días

carlos / colón

En tiempos revueltos

UNA de las muchas virtudes de la película Llenar el vacío (no se la pierdan) es la de permitir comprender desde dentro otra cultura. Su directora, una judía ortodoxa, decidió realizarla tras ver una película israelí que la hizo llorar por la caricatura mal informada con la que se representaba el jasidísmo. Quiso entonces abrirlo a la comprensión del mundo: "lo más importante de esta película es hacernos saber que somos lo mismo", ha dicho. Porque el arte (y esta película lo es), como escribió Conrad en el prólogo a El negro del Narcissus, "despierta en el corazón el sentimiento de una inquebrantable solidaridad en los orígenes misteriosos, en el trabajo, en la alegría, en la esperanza, en el destino incierto, que une a todos los hombres entre sí, y a la humanidad entera con el mundo visible que habita". Esto permite que leamos a Homero como si nos hablara a nosotros hoy o que nos emocione tanto la palestina Omar como la judía Llenar el vacío.

Prueba de ello es que uno de los motivos de la película, el de la contención como acicate del deseo, tenga tan recíprocas influencias en las culturas griega, judía, islámica y cristiana. "El deseo -ha dicho la directora- es mucho más sensual que la posesión. Creo que eso explica que esta película sea tan internacional. Pese a regirnos por normas tan diferentes, ese sentimiento de que es más fuerte lo que no ocurre que lo que ocurre, es algo común y universal".

Conviene recordar en estos tiempos en los que parece obligado odiar lo árabe si se ama lo judío y odiar lo judío si se ama lo árabe, que este motivo del alimento del deseo a través de la contención es la clave del amor udrí -cuya mayor expresión arábigo andaluza es El collar de la paloma de Ibn Hazm de Córdoba- que, influido por el platonismo, influyó a su vez, junto a la sensualidad mística judía de El cantar de los cantares, en la mística española del siglo XVI. Atenas, Jerusalén, Bagdad, Córdoba, Ávila… Platón, El cantar de los cantares, Ibn Hazm, Juan de la Cruz, Fray Luis de León… ¿Y si en vez de ahondar en lo que nos enfrenta buscamos, a través de la cultura, lo que nos une? Porque los saberes en humanidades son tan inmediatamente útiles como los científicos. Si no más: las armas son hijas del avance tecno-científico mientras que la paz es hija del avance de la racionalidad ética y el respeto a otras culturas depende del conocimiento que de ellas tengamos.

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