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La ciudad y los días

carlos / colón

Idolatrados hijos Sisí

POR decirlo con palabras de tertuliano o colaborador: el informe anual del servicio de atención al profesorado del sindicato ANPE ha hecho saltar todas las alarmas (también puede decirse "no ha dejado indiferente a nadie"). Las alarmas, en nuestro país, deben estar oxidadas porque saltan siempre con años de retraso. Cuando ya las cajas estaban casi vacías y las cuentas de los paraísos fiscales a punto de reventar saltaron las alarmas de la corrupción. Y cuando todo el mundo sabe que la educación en España es una catástrofe (dato refrendado tras cada evaluación nacional o internacional), que el aprecio social y el prestigio de los profesores se ha degradado, que sus condiciones de trabajo son muy difíciles y que la interacción entre los pedagogos memos, las inducciones sociales y los padres consentidores ha creado varias generaciones de maleducados, consentidos e idolatrados hijos Sisí (tomo la referencia de Delibes), entonces y sólo entonces, saltan las alarmas y en todos los medios se opina sobre el informe ANPE.

Los datos son claros: durante el curso 2013-2014, 3.345 docentes (diez cada día) pidieron ayuda al sindicato; los acosos, insultos, agresiones, difusión de grabaciones o comentarios insultantes por Internet y falsas acusaciones suman el 57% de las quejas del profesorado; el 24% de los profesores se sienten poco respaldados y el 28% ha sufrido acoso y amenazas por parte de los padres; la conflictividad ha infectado también los centros de primaria, alcanzando por primera vez el 40% de los casos…

Y el desastre se veía venir. Hace más de 50 años que Hannah Arendt escribió en La crisis de la educación: "El problema de la educación en el mundo moderno se concentra en el hecho de que, por su propia naturaleza, no puede renunciar a la autoridad ni a la tradición, y aun así debe desarrollarse en un mundo que ya no se estructura gracias a la autoridad ni se mantiene unido gracias a la tradición". En España respondimos a este y otros desafíos educativos con la LODE (1985), la Logse (1990) y la Lopeg (1995). Pero como todas fueron iniciativas de gobiernos socialistas, está prohibido bajo pena de excomunión de la fraternidad progresista reconocer el fracaso y sobre todo culpar al PSOE de él. En cultura y educación la izquierda no puede equivocarse. Luego no hay fracaso. Y si lo hay es culpa de la derecha y de Wert. Ya saben: extra sinistram nulla intelligentia.

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