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Editorial

El Gobierno del país antes que el Congreso del PSOE

EL PSOE vivió ayer la que quizás es la jornada más lamentable y confusa de su larga historia. La sola estampa de Pedro Sánchez encerrado en una sede a la que se le negó el acceso a otros cargos de peso orgánico dejó muy en evidencia lo profunda que es la crisis que vive en la actualidad un partido que es uno de los pilares fundamentales de nuestro sistema político. Además, el todavía secretario general, en vez de intentar acercar posturas, puso sobre la mesa una propuesta que sabe que es inadmisible para el sector crítico: celebrar unas primarias en octubre para hacer frente a unas hipotéticas elecciones en diciembre y convocar un congreso extraordinario para los días 12 y 13 de noviembre. Frente a las prisas de la iniciativa de Sánchez, más pensada para su supervivencia como político que para favorecer la gobernabilidad de España, contrastó la actitud más pausada y reflexiva de su principal rival en este enfrentamiento interno, la secretaria general del PSOE de Andalucía y presidenta de la Junta, Susana Díaz, quien convocó a la Ejecutiva regional y al comité director para dejar claro tres mensajes a la opinión pública: que los socialistas andaluces, con ella a la cabeza, están dispuestos a jugar un papel determinante en esta crisis; que está por la labor de facilitar una salida al conflicto que evite la ruptura del PSOE, y que apoya la convocatoria de un congreso, pero siempre que antes se facilite la formación de un Gobierno para España.

Serán los socialistas los que tendrán que dirimir este enfrentamiento dentro de sus órganos internos y siempre con los estatutos en la mano, pero parece claro que el país ya no puede esperar más. Conscientes de esto y de que los resultados obtenidos por los socialistas en las generales del 26 de junio no dan para formar Gobierno, la propuesta de Susana Díaz (dejar gobernar al PP y centrarse en la refundación del proyecto socialista y en la construcción de un nuevo liderazgo) es, simplemente, la más lógica y la que más conviene a los intereses generales del país.

Como afirma el dicho popular, las prisas son malas consejeras. Con la actual situación de España y del propio PSOE, es un auténtico disparate celebrar un congreso exprés que sólo serviría para acentuar el enfrentamiento entre los miembros de la familia socialista y la inestabilidad política del país. No es muy difícil llegar a esta conclusión, pero, desde su encierro en Ferraz, Pedro Sánchez no parece mirar más que por su propio interés.

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