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Hablando en el desierto

Francisco Bejarano

Alma de cántaro

Si la cara, el aspecto externo en su conjunto, es el espejo del alma, como es muy probable que lo sea, la del presidente venezolano debe ser de cántaro. "Alma de cántaro y corazón de alcornoque", llama Don Quijote a Sancho en un momento de cólera, y esto mismo podríamos decir sin cólera a este curioso mandatario. Debe ser alma gorda y ordinaria que tardará siglos de eternidad en convertirse en espíritu puro. Cuando se escriba el Bestiario de nuestro tiempo tendrá un lugar destacado. Este hombre destemplado quiere que España pida perdón a los pueblos de América por el genocidio (otra palabra fetiche) llevado a cabo por los colonizadores españoles, por el que murieron 80 millones de indígenas. ¿Había tantos habitantes en el Nuevo Mundo en la época de la colonización? El 12 de octubre lo ha instituido Día de la Resistencia Indígena y se prepara para elaborar un programa político que lleve a buen fin la "descolonización de la patria". Esto último no sabemos cómo lo va a hacer, pero estamos atentos porque será digno de conocer. Por lo pronto ha pedido ayuda al presidente boliviano, cuyo físico denota a las claras que sus antepasados no murieron en la masacre. Como ven, también a estos asuntos americanos les han añadido ideología y quedan, por tanto, invalidados para un análisis certero con el concurso de la razón.

Si no fuera imposible, deberíamos apoyar la nueva descolonización de América. La anterior no la hicieron los indígenas, sino los criollos, los españoles americanos, dirigidos por héroes remedadores de Napoleón y enfrentados entre sí. Esta de ahora tendría detalles dignos de antropólogos cuando vuelvan los belicosos imperios precolombinos, la esclavización de sus pueblos vecinos y los cinematográficos sacrificios humanos. Los documentalistas harían fortuna alimentando la morbosidad sangrienta de la especie humana. Y los españoles de España haríamos también fortuna con la devolución piedra a piedra de las catedrales, templos, conventos y edificios civiles que España construyó antes de las independencias de las repúblicas, más la indemnización por los gastos en universidades, fundaciones, reducciones y el sinnúmero de enseñanzas que les permitieron crear Estados modernos. Todo esto, y mucho más, lo hicieron los españoles que se aventuraron a viajes llenos de riesgos, porque habían ido para quedarse y mezclarse. Todavía están allí. No creemos que apoyen a los bolivarianos en pretensiones absurdas y todo quedará en gestos ideológicos, el propio Bolívar fue un español de América que falsificó su árbol genealógico para crearse una descendencia, no de indios corrientes, sino de príncipes.

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