Ya le toca. Jesús Rubio llegó al Decano en el mercado invernal para reforzar un centro del campo plagada de hombres de contención pero carente de creatividad. Desde entonces ha participado en nueve partidos, que no son pocos, pero siempre en segundas partes y en ocasiones con mucho por hacer y escaso margen para rendir. 217 minutos en total es un espacio mínimo para tratar de demostrar la capacidad futbolística que se le supone.

En los encuentros en los que participó lo hizo siempre alternando la mediapunta o el centro del campo. Ni Cervera en su momento ni Juanma Rodríguez terminaron de decantarse por ubicarlo en una demarcación concreta. Quizá sea una de las razones por las que no ha terminado de asentarse completamente en el once recreativista.

El Decano lo fichó procedente del San Roque por su verticalidad, su golpeo de balón y su visión de juego. La sociedad que formó con el también albiazul Berrocal fue letal. Entre ambos llevaron a los leperos a codearse con los grandes de la categoría en la primera vuelta, antes de que surgieran los problemas que provocaron su salida.

En el Recre se encontró con Pablo Sánchez como indiscutible compañero del delantero centro y con un doble pivote estable en el que Matamala tiene un sitio fuera de cualquier debate y su acompañante oscila entre Ramón Arcas y Ale Zambrano.