Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Jerez

Buñuelos mojados

  • Daltonmanías

¿Usted es don Gregorio Ortuño, verdad, caballero?

-No, señor. Yo no soy don Gregorio Ortuño, yo soy don Venancio Lápice Lanzarote.

-Pues se parece usted una barbaridad a don Gregorio. ¿No me estará usted ocultando su identidad?

-Yo no le oculto a usted nada salvo lo imprescindible, por ejemplo: mis partes púdicas.

-Lo creo caballero. Nada más verle se nota que es usted un señor de los pies a la cabeza.

-Muchas gracias. ¿Puedo seguir andando?

-Claro que puede usted seguir andando, pero sería mucho mejor que cogiera usted un taxi. ¿Va usted muy lejos?

-Voy a Sevilla, a ver que queda de la Feria. Porque tengo una hermana buñolera que no sé qué habrá sido de ella con tantas lluvias.

-Pues para ir a Sevilla le aconsejo a usted que vaya en el AVE.

-¿En el Avemaría?

-No en el avestruz.

-¿Cómo quiere usted que vaya a Sevilla en un avestruz? ¡Eso no está dentro de mis posibilidades, señor mío! ¿Se ha creído usted que soy rico?

-Yo no me creo nada, caballero. Usted puede ir a Sevilla a ver lo que queda de la Feria según se lo permitan sus posibilidades. Pero creo que es difícil ir a Sevilla subido en una gallina.

-¡Hombre, más que difícil, es imposible! Una gallina no es moco de pavo.

-No. Ni tampoco es bacalao con tomate.

-Son cosas distintas, criatura. Una gallina tiene plumas y pone huevos.

-Y un avestruz también tiene plumas y los huevos que pone son más gordos…

-¿Cuántos huevos puede poner una gallina?

-Supongo que dos al día.

-¿Y de noche?

-Caballero, de noche duermen las gallinas agarradas a una caña que se llama saltadero. Y si pone un huevo desde la altura de la Caña puede ser que proteste el Cante Jondo, teniendo en cuenta que poner un huevo en el aire es peligroso porque se le puede romper la cáscara.

-¿A la gallina?

-No, al huevo.

-¡Hay que ver lo que sabe usted!

-Reconozco humildemente que sé mucho de huevos.

-¿Me puede usted freír uno en este momento?

-No tengo aceite.

-Bueno pues hágamelo pasado por agua.

-¿Y si lo tengo hirviendo demasiado tiempo y acaba en huevo duro?

-¿El agua?

-No, señor mío, el huevo.

-Ahora que lo pienso no sé qué es lo que estoy haciendo aquí hablando de huevos, gallinas y avestruces cuando tengo que ir a Sevilla urgentemente a ver que le ha ocurrido a mi hermana Matilde.

-¡Qué obsesión tiene usted con lo que queda de la Feria y con su hermana Matilde!

-Es que mi hermana Matilde es huérfana y desde que murió nuestro padre hace los buñuelos con un boquete en el centro. Eso le ha dado mucha fama.

-¿La habrá cogido la lluvia con las manos en la masa?

-Eso es lo que me estoy temiendo, señor mío, que se le haya colado el agua a los buñuelos por los boquetes. Me despido de usted…

En ese mismo momento, apareció Matilde Lápice Lanzarote dentro de un gran charco de agua sevillana, soltando farolillos y buñuelos mojados por toda la calle.

-¡Matilde hija mía! ¡Hay que ver cómo vienes..! Vas a coger una pulmonía.

-Lo único que me faltaba, Venancio. Me he pasado toda la Feria de Sevilla estornudando al son de sevillanas.

-Vaya por Dios, mujer. Vámonos a casa corriendo, te echas la manta de Grazalema encima y yo te voy a calentar una leche…

Se alejaron Matilde y don Venancio mientras el individuo entrometido recogía del suelo los buñuelos mojados y se los comía con verdaderas ansias, porque, el individuo, en cuestión, era pobre de solemnidad.

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