Aparcamiento Sacan a la luz posibles irregularidades graves en el control de la zona azul

Denuncia una 'mafia' en la ORA

  • Un comerciante desvela que los controladores no pagan tickets por aparcar en el centro tras hacer un seguimiento fotográfico de cinco años a sus coches · Ha sufrido amenazas y coacciones por tal motivo

"Al igual que tú le haces descuentos en tu tienda a quien quieres, nosotros multamos a quien nos da la gana". Esta frase, pronunciada por un vigilante de la ORA hace cinco años, desató las hostilidades entre un joven comerciante jerezano, Israel Pérez, de 28 años, y buena parte de la plantilla de controladores de la empresa Dornier, concesionaria de la regulación de la zona azul en Jerez. Las referidas hostilidades concluyeron el pasado viernes con la presentación de una denuncia por parte del comerciante en la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía por las amenazas que recibió por parte de uno de estos empleados.

¿Qué ha sucedido en estos cinco años para que el simple hecho de aparcar en el centro haya concluido con una denuncia que, muy probablemente, acabe siendo vistas por un juez en una sala de vista? Pues que Israel Pérez echó en cara a los trabajadores y responsables de este servicio público que "al igual que yo pago el ticket ustedes también deben pagarlo". Según relató a este medio, "ninguno de los vigilantes que vienen al centro en coche, que son más de diez, pone el ticket. Todos ellos conocen cuáles son los coches de sus compañeros y no se multan. Eso fue precisamente lo que le eché en cara al controlador aquel día en que me dijo que multaba a quien le daba la gana".

Con lo que no contaban los empleados de la ORA es con la paciencia de Israel, que ni corto ni perezoso se ha dedicado durante cinco años a llevar siempre en el bolsillo una cámara fotográfica. "Cada vez que veía uno de sus coches sin ticket habilitante le hacía una fotografía y así un día y otro y otro". La situación dio un giro inesperado cuando una tarde el comerciante hizo una fotografía con flash. Aunque no le dijeron nada en ese momento su comportamiento no pasó desapercibido pese a no ser reconocido. Fue al día siguiente cuando uno de los empleados de Dornier se coló por la tienda que Israel posee en la calle Mariñíguez para preguntarle a su socio si era él quien se dedicaba a hacer fotos. Una vez que su compañero le informó, Israel Pérez se pasó por las oficinas de la ORA y se entrevistó con el máximo responsable de este servicio en Jerez y dos inspectores de servicio. "Allí me dijeron que no podía hacer fotos en la vía pública, algo que por cierto es completamente falso, si bien el jefe reconoció que sus empleados tenían órdenes de no aparcar en el centro". El problema concluyó con apretones de manos y con un consejo por parte del jefe del servicio en Jerez: "Si vuelve a ver algo así llame a la Policía". A los pocos días, Israel recibía en su domicilio ocho multas, cuatro de ellas de 60 euros y otras cuatro por importe de 72. "Un dineral, pero resulta muy llamativo que llegarán así, de tres tacadas consecutivas. Es como si hubieran rebuscado por los cajones y se hubieran dicho: "A este tipo vamos a joderle bien". Pero han pinchado en hueso".

Israel Pérez asegura que sabe perfectamente cuáles son los coches de los vigilantes. No en vano esos cinco años de seguimiento le han permitido tal conocimiento. Fue por eso que en cuanto se encontró en la calle Doctor Antonio Lobo (enfrente de Pío XII) con el coche de un empleado sin ticket (y evidentemente sin multar) llamó a la grúa. "Allí me dijeron que debería llamar antes a la ORA y yo les dije que no, que no me veía yo a un inspector de la ORA ordenando la retirada del coche de uno de sus controladores. Entonces avisaron a la Policía Local y llegó una pareja en moto". Cuando llegaron al lugar, el joven comerciante explicó los hechos "y los agentes pusieron una cara de asombro increíble. Si eso es así, me dijeron, es un abuso de autoridad, es como si nosotros nos dedicásemos a circular en dirección prohibida por toda la ciudad simplemente porque somos policías". La grúa, finalmente y tras ser avisada por los agentes, se llevó el vehículo del controlador. Apenas unas horas después, Israel vio cómo un coche se acercaba a él con dos controladores a bordo en compañía de unos menores. Fue entonces cuando se produjeron las amenazas "te voy a joder bien", le dijo un hombre, que resultó ser el propietario del coche que fue retirado por la grúa. El joven marchó de inmediato a comisaría.

Pese a la gravedad de esta denuncia, el asunto no acaba ahí. Ni mucho menos. El denunciante asegura haber sufrido una verdadera persecución por parte de los controladores. "Les he visto parados ante el parabrisas de mi furgoneta para multarla en cuanto se acabara el tiempo. Han ido por una acera y se han cambiado a la otra corriendo como alma que lleva el diablo en cuanto veían allí estacionado mi vehículo. Me han aparcado en la puerta de la tienda a posta, e incluso han pasado por allí llamándonos 'niñatos' desde la calle. La segunda vez que lo hicieron mi socio se fue tras ellos y les montó una buena".

Otro hecho que denuncia este joven es que "hay esposas de los controladores que trabajan en tiendas del centro. Ellas también pueden aparcar sin pagar un céntimo. ¿Cómo se puede definir esto?", se pregunta en voz alta.

Sobre las multas, Israel Pérez asegura que "son buenas, eso lo reconozco, pero también debo decir que desde que me establecí en el centro de 2001 he pagado varias nóminas a los trabajadores de esa plantilla".

"¿Cómo está la situación después de que la grúa se llevara el coche de un controlador?"... "Pues ahora vas por la calle y ves los coches de los vigilantes con la multa en el limpiaparabrisas, aunque yo más bien diría que han sido automultados, que ellos mismos se las ponen para evitar, de esa forma, que la autoridad se los pueda llevar. Yo estoy completamente convencido de que esas multas no las van a pagar, aunque ya estoy trabajando para demostrarlo en un futuro si así fuera necesario. Cualquier persona en su sano juicio sabe que no hay bolsillo que aguante una multa diaria de 60 euros por no poner el ticket. Imagino que esas propuestas de sanción son eliminadas en cuanto llegan a la oficina o doblan la esquina. La verdad es que esta historia es fuerte, muy fuerte".

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