Vocaciones al sacerdorcio

Las horas de los aspirantes

  • 28 seminaristas se forman en los seminarios de Jerez y de Cádiz para ser sacerdotes en el futuro. Así es un día cualquiera en estos dos históricos centros.

El obispo José Mazuelos, junto a seminaristas que se forman en Jerez, en la puerta del Obispado.

El obispo José Mazuelos, junto a seminaristas que se forman en Jerez, en la puerta del Obispado. / Pascual

Ignacio Gaztelu es el rector del Seminario Diocesano de Jerez. Tiene 54 años y recuerda que cuando fue seminarista con vocación tardía eran unos 15 ‘aspirantes’ a sacerdote. Hoy en día son 10 los llamados. La cifra, aunque corta, es considerada como aceptable “ya que lo normal es que haya entre 10 y 15 seminaristas”. Como tantas cosas en la vida apunta que “esto va por rachas. En estos momentos no puedo decir qué porcentaje de seminaristas menores pasan a ser mayores, pero hay años en los que marcha bien y otros no”. Los menores son aquellos jóvenes que en edad temprana han sentido la llamada del sacerdocio. Muchos de ellos cursan segundo curso de la ESO. En Jerez son siete. Unos llegarán, otros no. Los mayores son quienes han superado la mayoría de edad y, normalmente, cursan estudios universitarios. Ahora son tres.Gaztelu reconoce que hay seminaristas menores que abandonan, pero que lo realmente importante es la formación y mantener ese flujo constante de sacerdotes que mantengan en pie el trabajo de la Iglesia. Considera que, lógicamente, se trata de adolescentes que están en periodo de formación tanto personal como educativo, “chicos que deben plantearse aún muchas cosas”. El año pasado por ejemplo hubo cuatro ordenaciones y todos ellos pasaron a órdenes religiosas. Algo absolutamente habitual es que el sacerdote que se forma en la Diócesis de Jerez está perfectamente formado y dispone de al menos una carrera universitaria.Siete de la mañana. A toque de campana empieza la actividad en el Seminario Diocesano. Por su parte, el histórico edificio de la calle Compañía de Cádiz, el Seminario de San Bartolomé, acoge este curso a 18 seminaristas, repartidos entre los seis cursos en que se divide la preparación del futuro de la Iglesia diocesana. “Es una buena cifra, no está mal. Lógicamente siempre se desearía más, pero no es mala cifra. No es una situación alarmante. Estamos muy contentos”, valora el rector del Seminario, Ricardo Jiménez.¿Hay un perfil que describa al seminarista de Cádiz? El rector diferencia dos tipos: “gente joven que entra en el Seminario tras acabar sus estudios de Bachillerato”, y “personas que vienen con carrera universitaria e incluso con experiencia en el mundo laboral, con variedad de profesiones como Medicina, Ingeniería...”. Curiosamente, esto último (personas que acceden al Seminario después de una trayectoria profesional y con edad adulta) es cada vez más extendido en el mundo occidental. “Hay quienes en su momento se plantearon la vocación pero no dieron el paso. Y años después esa inquietud vocacional no se apaga. Es que cuando Dios llama, llama”, comenta Ricardo Jiménez.Siete y media de la mañana. Los 18 seminaristas se reúnen en la capilla situada en la primera planta del edificio para rezar o asistir a misa, según el día. Luego el desayuno, y las clases. Así, entre oraciones, clases y estudio pasa la mayor parte del día un seminarista en Cádiz. Su formación está ligada actualmente a la Universidad de San Dámaso, “la más potente en España ahora mismo, con más de tres mil alumnos y con un profesorado dedicado exclusivamente a la docencia”, destaca el rector, que anuncia además que próximamente se va a renovar la filiación del Seminario a esta universidad.De nueve de la mañana a dos de la tarde se imparten las clases. Alrededor de veinte profesores son los que se encargan de la formación. Un alto porcentaje son sacerdotes, pero también hay materias muy específicas que sí requieren la participación de seglares especializados en ellas. Como es el caso de Psicología o de las asignaturas de Filosofía. “De hecho, el jefe de estudios del Seminario es un seglar”, apunta el rector.Cada seminarista cuenta con su propia habitación. El rector explica que podría plantearse compartir las habitaciones, pero se ha decidido que cada uno tenga la suya propia. Además, cuentan con las comodidades tecnológicas de estos tiempos: ordenador, tabletas, teléfono móvil, conexión a internet... “No sirve de nada restringir el uso de internet si después lo van a tener cuando acaben su etapa en el Seminario. Lo que sí hacemos es educarlos en el buen uso de las nuevas tecnologías”, señala Jiménez. Hay también cierto ‘cuidado’ con el uso de los teléfonos, que salvo cuestiones de urgencia se reservan para esos espacios de ocio que tienen a lo largo del día.

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