Arranca ya una Primera Andaluza en la que muchos son los llamados pero sólo uno será el elegido. Tras la creación de la División de Honor, esta categoría se ha convertido en un pozo del que es muy difícil salir y la Federación sólo ha propuesto la disputa de un 'play-off' entre los cuatro primeros que determinaría el equipo que subiría pero sin modificar el número de ascensos, que es lo que pide buena parte de clubes y que tiene difícil encaje.

A expensas de resolver esta cuestión, una de las principales novedades (que también se aplicará en Segunda y Tercera Andaluza y en el resto de etapas formativas) es la implantación de los cambios rotatorios, una medida que ya está dando que hablar. Resumidamente, a partir de ahora los jugadores podrán entrar y salir tantas veces como el entrenador estime oportuno, como sucede en el fútbol sala o en el baloncesto, con la diferencia de que en estos deportes los esfuerzos son más cortos y explosivos, todo lo contrario que en el deporte rey.

La norma, aprobada en la Asamblea del pasado mes de julio, ha ido sufriendo varias modificaciones -la última esta misma semana-, lo que viene a indicar dos cosas: que no se cree mucho en ella y que ha habido mucho de improvisación. Así, se ha pasado de poder hacer todos los cambios con el partido en juego y sin necesidad de avisar al árbitro a la obligatoriedad de realizarlos con el juego detenido y siempre adviertiendo al colegiado. Esta semana, y para evitar que los equipos utilicen los finales para perder tiempo, se ha vuelto a enmendar la norma, estableciendo que a partir del minuto 75 sólo se puedan llevar a cabo dos cambios.

Los cambios volantes -como también se les llaman- tienen su justificación en categorías inferiores para asegurar que todos los niños tengan minutos, pero llevarlos a equipos séniors no deja de ser un sin sentido, básicamente porque nunca se van a aplicar en competiciones más importantes. Una cosa es innovar y otra bien distinta pecar de vanguardista.