Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Si de pequeño le hubiera dicho a mi abuela que de la casilla del laberinto se pasaba directamente a la penúltima oca del juego de la ídem a buen seguro que habría hecho una de estas dos cosas: o reírse de mí con cara angelical o soltarme un pescozón de esos que no duelen, pero pican durante minutos. No se me habría ocurrido espetarle a la anciana: "Yo no voté estas reglas. ¿Por qué debo ir del laberinto al 30? ¿Quién ha decidido que esto sea así?". La respuesta, ya se la imaginan, habría sido concluyente: "A esto se juega así y si no quieres jugar ya sabes donde está la puerta". Lo malo es que en casa de la abuela se estaba muy bien. Había dulces que comer a montones sin el estricto control de la madre y además se podía ver la tele a deshoras. Por decirlo de otra forma... fuera de casa de la abuela hacía 'frío'. Ahora, cambien casa de la abuela por monarquía parlamentaria, nieto protestón por un 'podemita' cualquiera y el juego de la oca por las reglas que rigen nuestra convivencia. Es simple, vale, pero resume lo que ahora está sucediendo.

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