Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

A YER fueron aprobados los presupuestos municipales para 2008 en un pleno en el que únicamente los votos del PSOE, que gobierna con mayoría absoluta desde las elecciones de mayo, dieron el visto bueno a las cuentas municipales para el año que viene. El nuevo tiempo que se proclama desde el gobierno municipal no ha servido para conseguir un consenso entre los grupos municipales para estos presupuestos, con lo que, un año más, sólo cuentan con el aval de quienes ostentan el poder en el Ayuntamiento. La oposición se queja, como tristemente es habitual, del escaso tiempo que ha tenido para estudiar los presupuestos y el gobierno municipal se defiende con la excusa de que en otros municipios gobernados por los partidos de la oposición jerezana sucede lo mismo. Hay que ser más coherentes en los dos sentidos: el gobierno municipal en no justificarse en el mal proceder de otros, y la oposición en no reprochar aquello con lo que no predica donde gobierna. Esto es algo que, por lo que se ve, no cambiará por mucho que cambie la composición municipal.

Y no tendría por qué haber sucedido lo de siempre porque se trata de unos presupuestos que bien podrían haber conseguido mayor apoyo. Se trata de unos presupuestos que, como desglosó ayer la propia alcaldesa, Pilar Sánchez, abandonan la política de las "grandes inversiones" (tal vez porque se espera que lleguen de las administraciones) para tratar aquellas más cercanas al ciudadano. Las obras de urbanización en muchos barrios, desde Montealto hasta San Juan de Dios, desde Santiago a La Granja, a buen seguro que serán bien recibidas por unos vecinos que llevan años demandándolas. O las obras de mejora de la red de Ajemsa, que ya se ha visto cómo siguen quedando algunas zonas de la ciudad cuando caen más de cuatro gotas, o las inversiones para que la empresa municipal de suelo y la de vivienda puedan acometer nuevas promociones. Una comisión de seguimiento presidida por la alcaldesa velará por el cumplimiento de unos presupuestos que, a pesar de nacer de nuevo sin consenso, aspiran a marcar una nueva época en la forma de gobernar la ciudad.

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