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La torre del vigía

Juan Manuel Sainz Peña

Reformas

Hablar en Jerez de obras o de remodelación es sinónimo de echarse a temblar. Al menos antes lo era. Ahora, al menos lo parece, las cosas se hacen con criterio y con conocimiento. Eso, en cierto modo, da tranquilidad, independientemente de que las prioridades de políticos y ciudadanos nos siempre tenga porqué coincidir.

El anuncio esta semana de las reformas de la plaza de Las Angustias, que está pidiendo la actuación a gritos, me hizo temer, al menos al principio, que el ladrillo gris, la chinita mal puesta y la desaparición de los jardines, convirtieran tan emblemático rincón en una nueva plaza del Arenal, trasformada, hoy por hoy, en una patio de cárcel, sin apenas parterres ni flores, con palmeras muertas o camino de palmarla, y provista de una impersonalidad heladora. Las obras, eso no escapa a nadie, se cargaron esa plaza que Pacheco trató de convertir en una Plaza Mayor (comercios de lujo incluidos), pero que quedó hecha casi un solar por donde es triste, muy triste, pasar.

Pero no es justo ni me gusta hacer leña del árbol caído porque, además nuestro actual gobierno tampoco es que se esté cubriendo de gloria. Lo que sí es cierto es que algunas obras se están haciendo con lógica y algo de sentido común. La calle Larga, salvo el inexplicable parón por falta de material, quedó bien, y parece que permanecerá limpia y sin camiones que ensucien sus losas. Es de esperar, por tanto, que la plaza de Las Angustias mejore y no haya que lamentar errores de aquellos que se supone, hacen lo que hacen porque están preparados. Tampoco estaría de más que, tras la Feria, las obras quedaran listas en poco tiempo para que Antonio Fernández y Juan Pedro Crisol centraran sus esfuerzos en los monumentos que pueblan la ciudad y las rotondas. Que compren buen material (incluida cloratita y goma 2) para remodelar ciertas "obras de arte" que quedarán muy bien tras una voladura controlada que haga desaparecer para siempre esos numeritos y esos toros oxidados que dañan la vista tanto o más como una obra mal proyectada y peor acabada.

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