Tal vez tenía motivos para "olerse" algo porque en las últimas semanas ha recibido nada menos que siete homenajes por su jubilación. La asistencia de Susana Díaz, las consejeras de Agricultura y de Medio Ambiente, Elena Víboras y María Jesús Serrano, respectivamente y de muchas otras personas relevantes de la política y de la agricultura hacía sospechar que, por muy afamados que fueran los premios de la asociación Ecovalia, algo más estaba movilizando a tanto VIP hasta Baena, concretamente a la sede de la almazara Núñez de Prado.
La convocatoria de esta edición de la entrega de premios encerraba una sorpresa, el homenaje al actual presidente de la asociación de certificación ecológica, Francisco Casero (Paco, como le conoce todo el mundo) por su jubilación aunque, que no se engañe nadie y ni siquiera lo hace él mismo, esto no significa ni mucho menos su retirada.
Es más, ahora es cuando Paco Casero tiene en marcha más proyectos que nunca, entre ellos la puesta en funcionamiento de una fundación de defensa del medio rural, impulsada desde Ecovalia pero independiente y gestionada por diversos patronos o el empeño de conseguir que el paisaje del olivar sea declarado Patrimonio de la Humanidad.
"Sólo se trata de mi jubilación administrativa y así se lo tengo que explicar a todos los que han querido homenajearme. Yo voy a seguir con una actividad continua; por ejemplo, la semana pasada me hice 4.700 kilómetros recorriendo Andalucía de punta a punta", explica el propio Casero.
Y es que Paco es un personaje incombustible, el ejemplo vivo de cómo se puede evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos sin caer en el conformismo ni entregarse a la tentación del cargo público.
Conocí a Paco Casero en Madrid, cuando no dudaba en presentarse en las redacciones de los medios de comunicación para explicar la lucha jornalera de pedir tierra y libertad y una reforma agraria que viniera a satisfacer al imaginario progresista andaluz tras el establecimiento de la democracia. Contaba su penúltima huelga de hambre, el acto de protesta que le hizo conocido en toda España y que, según le he oído comentar, desarregló definitivamente su aparato digestivo. Ahora mismo si te da la hora de comer al lado de Casero y hay alguna otra cosa que se puede hacer estás perdido, su reloj biológico no le da aviso de apetito.
Fue tal vez después de patearse los pasillos de las sedes institucionales o de quedarse protestando a sus puertas cuando descubrió que había otra forma de ser revolucionario. Es cuando empezó a ser de verdad visionario y abandonó el Sindicato de Obreros del Campo que había creado junto a sus compañeros Cañamero, Diamantino o Gordillo para descubrir el mundo ecologista.
También le recuerdo un día que le hice un reportaje en Villamartín, poco después de haber iniciado el camino del ecologismo y cuando sus fotos, azada en mano en un huerto de la zona, hacían dudar a los políticos de la utilidad de una vía que entonces apenas se creía que podría suponer algo más que un entretenimiento para alternativos. Se equivocaban mucho y tiempo después ese gesto extravagante cuajaría en la creación del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica y en mucho más.
Paco Casero se volvió a patear pasillos, campos y empresas hasta convencer de que lo que algunos veían como una agricultura residual era lo más moderno en Europa. Y lo deja claro: "La agricultura y ganadería ecológicas no son cosa de hippies como todavía algunos piensan. Ni siquiera para militantes del ecologismo". En la etapa más reciente, como presidente de Ecovalia, se encontraba inmerso en otra batalla, la de llevar los productos a los lineales de los supermercados, a los consumidores corrientes, algo en lo que va a continuar aunque ya avisa de que dejará este cargo para dar paso a otras personas.
También ha conseguido, pese a sus buenas relaciones con la Junta, ser duro con la burocracia y la Administración y también defender a los empresarios con iniciativa y tesón. Siempre con la sonrisa por delante, como le dijo Susana Díaz durante el homenaje, tal vez revelando uno de sus secretos para resultar incombustible.
Casero después de cargar en el coche todos los regalos que le entregaron como reconocimiento a su trayectoria asegura que tiene "una sensación muy extraña" porque su mente "no está en una jubilación con todos los planes que tengo", confiesa. "La fundación para la defensa de la gente del campo se va a orientar a su reconocimiento social, de su dignidad, de su autoestima. Va a aglutinar a gente de todos los sectores", continúa explicando. Y añade una explicación: "Todos mis actos estarán presididos por el compromiso".
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