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El asesinato de Marta

Un modus operandi que recuerda a Lasa y Zabala

  • La utilización de la cal para dificultar la identificación.

La revelación de Miguel Carcaño incluida en su séptima versión de los hechos respecto a que cubrieron el cuerpo de Marta del Castillo con cal viva encuentra varios antecedentes en la reciente historia criminal española, el más destacado de ellos los asesinatos de los miembros de ETA Lasa y Zabala a manos de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL).

La cal viva se utiliza para acelerar la descomposición, por ejemplo de animales que son enterrados. Desde un punto de vista criminal, el delincuente que la utiliza trata de evitar la identificación de un cuerpo y borrar vestigios del autor, si bien este método no elimina, por ejemplo, el metal. En el caso de Marta, nunca se recuperaron sus objetos personales, como su teléfono móvil, un aparato que podría ser localizado en el supuesto de que se hubiesen desecho del mismo junto al cuerpo.

En el caso de la guerra sucia contra ETA, los presuntos etarras Antonio Lasa Aróstegui y José Ignacio Zabala Artano fueron secuestrados el 15 de octubre de 1983 en Bayona (Francia) por los GAL y a continuación fueron llevados al cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo, siguiendo las instrucciones del general Enrique Rodríguez Galindo. En el palacio de La Cumbre, los miembros de la banda fueron torturados.

El general de la Guardia Civil ordenó su desaparición, con el conocimiento del entonces gobernador civil Julen Elgorriaga. Los guardias civiles Enrique Dorado y Felipe Bayo les llevaron a Bussot (Alicante), donde cavaron una fosa y les dispararon.

Los cuerpos de Lasa y Zabala fueron recuperados en enero de 1985, pero no fueron identificados hasta 1995, debido a que los cuerpos habían sido enterrados en cal viva, lo que en principio dificultó su identificación.

El Tribunal Supremo condenó en julio de 2001 a penas de entre 71 y 75 años de cárcel al ex general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo, al ex gobernador civil de Guipúzcoa Julen Elgorriaga, al ex comandante Ángel Vaquero y a los ex guardias Enrique Dorado y Felipe Bayo, por la detención ilegal y el asesinato de Lasa y Zabala.

Otro caso en el que se utilizó criminalmente la cal viva sucedió el 1 de noviembre de 2002 en Esplugues de Llobregat, donde Enrique Rus, de 46 años, acabó con la vida de su madre, Carmen Rus, de 70, en el piso que ambos compartían. El asesino mantuvo el cadáver cubierto de cal viva en una habitación de la vivienda y , de esta forma convivió con el cadáver durante más de un año. El cadáver no fue encontrado hasta que una de las hermanas de la víctima denunció su desaparición a la Policía. Tras su arresto, el parricida se derrumbó y confesó a los investigadores todos los detalles del macabro suceso.

Un caso más reciente es el asesinato de Astrid Carolina López Cruz, apodada Astrid Queen, una transexual de 30 años que fue acuchillada y enterrada en cal viva en octubre del año pasado. El cuerpo fue recuperado unos 20 días después, después de que el presunto autor del crimen, uno de sus clientes habituales, R. V. C., se autoinculpara del asesinato. El cuerpo de la joven fue enterrado por el presunto asesino en el patio de su casa, ubicada en el número 258 del paseo de la Dirección.

El presunto asesino acabó con la vida del transexual, cuyos servicios había supuestamente contratado, después de que entre ambos se iniciara una discusión al pedirle dinero. El imputado le golpeó primero con un martillo en la cabeza y, a continuación, le asestó dos puñaladas que acabaron con su vida.

Después cavó la tumba en el patio de su vivienda, enterró el cuerpo y lo cubrió con cal viva. Tan sólo 20 días después, el presunto asesino acudió a la Policía y confesó su crimen.

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