¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Un nuevo héroe nacional (quizás a su pesar)
RECONOZCO que soy un gran aficionado al mundo del deporte y no solo como espectador. Por tanto, detesto cualquier trampa que altere la limpieza del juego, en especial el consumo de fármacos u otras sustancias que "optimizan" el rendimiento o la resistencia del deportista. Curiosamente, hace más de veinte años combatí el estrés con un ansiolítico que tenía un efecto dopante. Con una agradable sedación jugaba al golf con precisos golpes, largos y rectos, y veía el hoyo más grande. Otro efecto secundario adicional: siempre estaba muerto de sueño.
La confesión de la tenista María Sharapova de haber dado positivo en un control "antidoping" supone una desagradable sorpresa para los seguidores de esta guapísima campeona. Su belleza, su estilo, su tipo y su destreza con la raqueta nos tienen tan embelesados que hasta olvidamos sus recurrentes dobles faltas y también sus tremendos berridos al golpear la bola. Al parecer, su error ha consistido en seguir consumiendo "Meldonium" (llevaba diez años como adicta). Una medicina que, según asegura, apenas está contraindicada y que sirve para todo, porque mejora el riego sanguíneo, quita los dolores de cabeza y uno se siente como si de pronto reviviera. Lo sorprendente es que la finalidad inicial de este fármaco era veterinario: el engorde salvaje de cerdos que hozaban y gruñían sin problemas cardíacos.
La Agencia Mundial Antidopaje (AMA ) declaró prohibido este producto el último uno de enero y nuestra María no se enteró. El sistema de listas de fármacos y componentes ilegales para la competición resulta inseguro en manos de entrenadores sin escrúpulos o de ingenuos deportistas.
Recuerdo el caso de un joven futbolista que fue sancionado por unas píldoras contra la calvicie. Como efectos secundarios: tuvo que retirarse y se puso a estudiar con denuedo. Hoy día es notario, por los pelos. Si Nadal utiliza algún elixir contra su incipiente alopecia debe analizarlo bien porque en Francia se la tienen jurada.
Los incondicionales de María, sumidos en una gran depresión por su ausencia, hemos empezado a tomar "Meldonium". Y el efecto secundario resulta inequívoco: todos emitimos unos sonoros quejíos como agresivos gruñidos de origen porcino. Puede que cuando la reina del tenis regrese "limpia" a las pistas ya no grite. Pero si da algún que otro gemido a mí tampoco me importa.
María, lo que tú quieras.
También te puede interesar
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Un nuevo héroe nacional (quizás a su pesar)
La Rayuela
Lola Quero
Lo parasocial
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Qué bostezo
Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Pablo y Pedro
Lo último