Sierra Nevada sin esquís: un verano lleno de planes singulares
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Cuando se apagan los cañones de nieve y desaparecen los remontes, Sierra Nevada no entra en pausa. Al contrario: comienza otra temporada igual de fascinante. La estación de esquí más meridional de Europa se transforma en un espacio vivo, diverso y abierto, donde la montaña se redescubre sin el ruido de los esquís. En verano, las cumbres se llenan de senderistas, ciclistas, familias y viajeros que buscan experiencias distintas, lejos de la playa y del calor de la ciudad.
Con una propuesta de ocio al aire libre que no tiene nada que envidiar a las ofertas de esquí de Sierra Nevada en invierno, el entorno ofrece naturaleza, biodiversidad, cultura y silencio en una proporción casi pareja.
La montaña que se recorre a pie, en bici o en silencio
Con el deshielo llegan las rutas de senderismo, muchas de ellas siguiendo antiguas huellas del invierno, como las conocidas Rutas de la Fusión de la Nieve. Hay caminos para todos los niveles: desde los que serpentean por praderas y lagunas glaciares hasta los que se atreven con la ascensión al Mulhacén, el pico más alto de la península. Para los que prefieren las dos ruedas, el Bike Park de Sierra Nevada ofrece descensos de vértigo y circuitos técnicos, aprovechando los desniveles y los antiguos trazados de esquí.
El verano también invita a descubrir la cara más salvaje de la sierra, con planes que incluyen barranquismo en arroyos de alta montaña, rutas de espeleología por cavidades naturales y travesías en bicicleta de montaña. La altitud, que suaviza las temperaturas, permite explorar con calma toda la orografía gracias a la ausencia de masificación, donde las especies endémicas conviven con formaciones únicas. No es casual que el Parque Nacional sea uno de los enclaves más valorados por los defensores del turismo sostenible.
Planes para compartir y para desconectar
Sierra Nevada en verano también es un destino familiar. A más de dos mil metros de altitud, la zona de Pradollano acoge el parque Fuente del Mirlo Blanco, una opción perfecta para pasar el día con los más pequeños. Allí, el tradicional trineo ruso se adapta a la temporada y se suman castillos hinchables, tirolinas o una piscina climatizada con vistas a la montaña.
La propuesta de entretenimiento se completa con una serie de actividades que se salen de lo común. Dormir en altura y ver amanecer desde el Veleta, visitar el observatorio astronómico más alto de Europa o sumarse a una ruta nocturna guiada para observar estrellas o el paso de las Perseidas, entre los meses de julio y agosto. La altitud y la escasa contaminación lumínica hacen que el cielo en Sierra Nevada sea uno de los más nítidos del continente. Y cuando se combina con el silencio de la montaña, la experiencia se vuelve difícil de olvidar.
Cultura, deporte y vida en las alturas
Carreras de montaña, pruebas ciclistas, actividades culturales y hasta festivales de música —como el de Sierra Nevada por Todo lo Alto, entre el 22 y 23 de agosto— aprovechan las infraestructuras de la estación y la belleza natural del entorno para ofrecer propuestas diferentes, lejos del modelo convencional de ocio estival. Es otra forma de vivir la montaña, más abierta, más tranquila y, sobre todo, más sorprendente. Y cuando el frío vuelva, plataformas como Esquiades.com cuentan con una inmensa oferta de planes de esquí para realizar durante los meses más gélidos.