“Escribo como el que tira un mensaje en una botella y espera que llegue a algún sitio”

Juan Bonilla | Escritor

El autor jerezano abre hoy en el Baluarte de la Candelaria la 36 edición de la Feria del Libro de Cádiz con un pregón que anuncia celebrativo y vinculado a la candidatura al Congreso de la Lengua

El escritor jerezano Juan Bonilla.
El escritor jerezano Juan Bonilla. / Belén Vargas
José Antonio López

02 de julio 2021 - 07:00

Comienza en el Baluarte de la Candelaria la Feria del Libro de Cádiz, una 36 edición marcada por su traslado a julio, por los horarios muy vespertinos para eludir los momentos de más calor, por una amplia nómina de autores y por el pregón que hoy, a las 20.30 horas, pronunciará el escritor jerezano Juan Bonilla que relata aquí sus intenciones y repasa su propio momento literario.

–¿Cómo se afronta el pregón de una Feria del Libro?

–En principio se supone que es un acto de celebración, y más en estas circunstancias de pandemia. Así que me lo he tomado, en principio, como un acto de pura celebración. También es verdad que se dan una serie de circunstancias en el propio encargo que más o menos lo van dirigiendo. Este año la Feria del Libro se consagra a la candidatura de Cádiz al Congreso de la Lengua y eso, naturalmente, me ha derivado hacia dos temas muy queridos: por una parte, autores gaditanos y por otra parte, autores americanos, a las relaciones que se han establecido desde hace muchísimo tiempo. No hay que olvidar que en Cádiz embarca Juan Ramón Jiménez para irse a Nueva York; a Cádiz llega Vicente Huidobro cuando trae el creacionismo a Europa; en Cádiz está igualmente Eduardo de Ory cuando funda ‘España y América’; y más adelante, desde Cádiz escribe sus cuentos Quiñones que son premiados en Argentina por Borges en La Nación, y encima hay múltiples relaciones entre Cádiz y América, y eso ocupará una parte del pregón.

–Una feria suena a fiesta, una feria que tiene también sabor a recuperación tras la pasada edición en octubre. Todo por la pandemia: ¿cómo cree que ha resistido el mundo del libro a esta realidad?

–Yo, que no soy un especialista en el mundo del libro en general, por lo que sé, por lo que he hablado con editores, distribuidores y libreros, que han tenido que cerrar sus tiendas, curiosamente la pandemia ha multiplicado el número de ventas de libros, sobre todo con compras en la red y en muchas ocasiones directamente a la editoriales. Así que, como parece sensato pensar de un encierro como el que hemos padecido, quieras que no, tira a favor de la lectura, y eso (ríe) no quiere decir que el encierro sea bueno ni mucho menos. Pero es uno de los efectos colaterales benéficos para la industria, porque tampoco sé qué libros se han comprado. Aunque el elogio acrítico no me convence nada y yo creo que leer por leer no tiene que significar ningún logro.

–Volviendo al Congreso de la Lengua, la candidatura de Cádiz ha permitido un acercamiento institucional entre los ayuntamientos de Cádiz y Jerez, puesto que también se apoya la candidatura de Jerez a la Capitalidad de la Cultura. ¿Qué le parece este movimiento que supera cualquier enfrentamiento trasnochado?

–Ah, no. No sabía nada...

–Los alcaldes se han visitado mutuamente...

–No lo sabía y me parece fantástico. La rivalidad entre Jerez y Cádiz tiene su gracia callejera, digamos, la gracia de hacer chistes cuando nos estamos tomando algo, pero más allá de eso no tiene ningún sentido; estamos a nada, somos los mismos. Es una gran noticia.

–Desempolvemos un libro de 1997 que se llama ‘Páginas amarillas’: un conjunto de relatos escritos por autores que entonces tenían menos de 38 años. Juan Bonilla está con ‘Paso de cebra’. Por la nómina de escritores, aquella antología queda respaldada por el tiempo. No sé si aquellas páginas amarillas han mantenido su color o se han vuelto amarillentas con el paso del tiempo.

–Claro, han pasado 25 años... La recuerdo gorda, con mucha gente e, inevitablemente, cuando se acopian muchos nombres, es menos difícil que unos cuantos hagan su camino. Creo que los autores de esa y de otras antologías que se hicieron por entonces han ido haciendo su camino como han podido y, desde luego, hay nombres consolidados, gente que, efectivamente, si no estaba consagrada en los 90, ahora indudablemente sí.

–¿Y en el caso de Juan Bonilla? Cuando echa la vista atrás, no sé si como escritor el mejor momento está por llegar. Y se lo pregunto después de un Premio Nacional.

–Ya... Pues no lo sé... Cuando echo la vista atrás es solo para corregirme, con lo cual no creo que sea nada bueno (ríe), y en cuanto a lo que está por llegar su propia definición habla de su ilegibilidad, no se sabe lo que está por llegar. Lo único que sé es que trataré de seguir trabajando en lo mío, en lo que me gusta, con lo que me lo paso bien y si eso es bien recibido o no, es una cuestión que se me escapa.

–Imagino que uno escribe para el lector.

–Yo, por lo menos, tengo claro que no hay literatura si no hay lectores. La literatura es una fricción; es decir, que si yo escribo algo, lo meto en un cajón y no lo dejo ver a nadie, eso todavía no es literatura, no es literatura hasta que no llega a algún sitio y vive en otro, por decirlo de alguna manera. Pero eso es una cosa y otra es en qué lector piensas: si en un lector actual, con las preocupaciones que tenga ahora mismo, o en un lector abstracto, que puede ser de ahora o de dentro de diez años, o cuando tú no ya no estés. Para mí, la figura es exactamente la misma, es otra persona con la que quizás tengo algo que ver o quizás no; yo no escribo para un lector de ahora mismo o para alguien, sino que escribo como el que tira un mensaje en una botella al mar y espera que llegue a algún sitio.

–¿Por qué ha echado la vista atrás con ‘El mejor novelista de su generación’, ese relato que ha convertido en novela?

–Bueno, primero porque después del premio no tenía ganas ni ánimo de ponerme con algo nuevo; en segundo lugar por amistad con el editor y con El Paseo Editorial y, en tercer lugar porque siempre pensé que esa novela corta que salió en un libro de relatos necesitaba de más aire para ser más potente, más festiva, más satírica... Vi que era el momento oportuno y la verdad es que disfruté mucho corrigiéndome y reescribiéndome.

–He leído que tiene pensado hacer algo con la figura de García Calvo, recuperarlo de alguna manera, no sé si al mismo nivel de lo que ha hecho con Nahui Olin.En todo caso, ¿por qué escoge Juan Bonilla este tipo de personajes?

–La verdad es que no lo sé, soy de alguna manera un coleccionista de vidas, me gustan y me interesan muchas vidas, las circunstancias en las que se produjeron obras que me interesan, pero es verdad que no todas ellas me llaman con la misma potencia como narrador. Por qué Maiakovski me llamaba y Marinetti no, pues la verdad es que no sabría... Creo que tiene que ver porque todos estos personajes, Maiakovski, Nahui Olin, el propio Agustín García Calvo, tuvieron vidas muy apasionantes pero también, digamos, que se salían de los cauces normales, eran lobos solitarios. En cualquier caso, todos ellos llevaron vidas que no tienen absolutamente nada que ver con la mía y, quizás por eso, me llaman con tanta fuerza. En el caso de Agustín, además, es que me parece que está injustamente valorado, está olvidado o convertido meramente en un personaje singular de nuestra cultura como el gran ácrata, cosa que él no era. Y no sé, me parece que es un personaje muy interesante. De momento, me limito a revisitar su obra, que es imponente y es un despilfarro que esté olvidado y arrinconado. Parece que cuando un escritor se muere sólo le queda el olvido, y en el caso de Agustín eso es especialmente injusto.

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