Érase una vez Disney de nuevo

Enredados. Animación, EEUU, 2011, 104 min. Dirección: Nathan Greno, Byron Howard. Guión: Glen Keane, Josann McGibbon, Adan Wilson, Sara Parriott, Melanie Wilson. Música y canciones: Alan Menken.

Con menos promoción de lo habitual y desplazada de fechas más señaladas, desembarca en la cartelera esta Enredados con la que la casa Disney rinde su particular homenaje a los hermanos Grimm como pretexto clásico de probada eficacia para su adhesión a la era digital y tridimensional tras la simbólica y nostálgica despedida analógica de Tiana y el sapo. No es de extrañar, por tanto, que, para esta operación retorno, se repesque a Alan Menken, quien fuera el compositor oficial de la casa en su último periodo de esplendor (La bella y la bestia, Aladdin, El jorobado de Notre Dame, Pocahontas, La sirenita), y que se apueste también por una modelación de personajes y criaturas que, en cierta forma, no deja de ser una actualización de los mejores prototipos de su edad dorada con ropajes, colores y texturas sintéticas.

El guión de Keane sortea con elegancia y contención los excesos autoparódicos y desmitificadores de la nueva animación digital y filtra con suavidad el agradecido tono cómico para todos los públicos marca de la casa, especialmente concentrado en los personajes del caballo Máximus y el simpático camaleón (por fortuna silente) que acompaña siempre a la rubia princesa Rapunzel en su periplo por restablecer el orden en su bosque de fantasía con una bruja que nos recuerda a la mismísima Cher en una mañana de resaca.

Las canciones de Menken siguen funcionando con eficacia en su meloso crossover entre Broadway y los excesos del sonido hollywoodiense, aunque sea siempre preferible escucharlas en versión original. La española tiende a infantilizar y edulcorar más de la cuenta un repertorio decente al servicio de un cuento que confirma una más que saludable reentré.