La candidata perfecta | Crítica

Pequeñas revoluciones bajo el hiyab

Una imagen de la cinta saudí 'La candidata perfecta'.

Una imagen de la cinta saudí 'La candidata perfecta'.

Desconozco si esta película podrá verse y apreciarse entre su público natural o más próximo, a saber, esa sociedad saudí que, a tenor de lo que nos cuenta Haifaa Al Mansour, directora también de La bicicleta verde, aún tiene una gigantesca labor que realizar en pro de la igualdad entre hombres y mujeres.

Me temo que su mensaje, su narración y sus correctas formas estrenadas en pleno 8-M buscan más bien reafirmar conciencias comprometidas con la causa en Occidente, llamando la atención a los espectadores de versión original exótica sobre las flagrantes carencias, atrasos e injusticias y los desfasados roles femeninos en un país de rezuma riqueza mal repartida y no sólo entre ricos y pobres.

La candidata perfecta nos presenta a una joven doctora de una pequeña ciudad empeñada en prosperar profesionalmente o, al menos, en conseguir mejoras para su centro de salud, una mujer de espíritu moderno aunque recluida fuera de intimidad bajo el hiyab como símbolo más explícito de su sumisión o su papel secundario en una sociedad patriarcal y tradicionalista. Junto a sus dos hermanas también jóvenes y modernas emprenderá una campaña para presentarse a alcaldesa de la localidad, mientras su padre, veterano músico, recorre el país de gira en una trama paralela que no aporta gran cosa al conjunto más allá de su reivindicación del folclore nacional.

Limadas las aristas y los conflictos extremos en aras de una cierta suavidad dramático-didáctica y una voluntad de no molestar demasiado, depurado el estilo en una funcionalidad discreta, La candidata perfecta sigue el sendero de lo previsible en su atenuado mensaje crítico y de denuncia social para un espectador previamente convencido que tal vez piense que la distancia geográfica y cultural le protege de otras injusticas más sutiles y cercanas.