Programación Guía de la Feria de Jerez 2024

Muere Concha Velasco

Yo soy la Truhana

Concha Velasco, en uno de sus últimos grandes papeles, 'Reina Juana'.

Concha Velasco, en uno de sus últimos grandes papeles, 'Reina Juana'. / Sergio Parra

Sabemos que es ley de vida, pero consuela poco, la verdad. Porque Concha Velasco, además de una gran persona y amiga de sus amigos, es parte de la historia del teatro español. Una actriz de raza que no se volverá a repetir.

Además de dejar unos trabajos maravillosos en cine y en televisión (no dejaremos nunca de admirar su interpretación de Teresa de Jesús) Concha amaba la escena porque, como la comunicadora nata que era, amaba mirar de frente a la gente, a su público, y eso es algo que solo te puede dar el teatro.

Debutó en 1959 con la comedia musical Ven y ven y desde entonces no dejó de recorrer España con trabajos de todo tipo, porque si era fantástica en la comedia, no lo fue menos en el drama, la tragedia o el musical, genero para el que estaba especialmente dotada por su formación dancística y sus pinitos en la canción.

De sus numerosísimas interpretaciones podríamos recordar la Inés de Don Juan Tenorio en 1964, la Mariana Pineda de Las arrecogías del Beaterio de Santa María Egipcíaca, una obra de Martín Recuerda estrenada en 1977 en la que compartía escenario con Pilar Bardem y María Luisa PonteFilomena Marturano, estrenada en 1979 con tanto éxito que decidió recuperarla en 2006; Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, la comedia de Adolfo Marsillach que estrenó junto a José Sacristán en 1981 y que sería llevada al cine más tarde; Mamá, quiero ser artista, con música de Augusto Algueró, que obtuvo un éxito arrollador en 1986 o Hello Dolly, otro musical basado en el de Broadway que le costó todos sus ahorros y le valió uno de sus dos Premios Max.

Porque Concha, además de actuar, fue empresaria y recorrió la geografía española con su propia compañía, especialmente en el período en que estuvo casada con el productor Paco Marsó (de 1977 a 2005).

Con períodos altos y bajos, Concha peleó como nadie por mantener a flote su compañía y su trabajo, hasta el punto de que cuando llegaba a una plaza (a Jerez de la Frontera, por ejemplo, cuyo coliseo tiene 1.200 localidades) y veía que el teatro no estaba lleno, se iba directamente al mercado, a saludar a todos con su proverbial simpatía, exenta de cualquier impostura.

Su enorme personalidad hizo también que algunos autores escribieran pensando en ella o directamente para ella. Es el caso de su gran amigo, también desaparecido, Antonio Gala. De su pluma llegaron a la escena, entre otras, Carmen Carmen, La Truhana, Las cítaras colgadas de los árboles, Las manzanas del viernes e Inés desabrochada.

De ellas, Sevilla guarda un especial recuerdo de La truhana, dirigida por Miguel Narros y estrenada en el Teatro Central, durante la Expo 92. Quizá no fuera la mejor de sus interpretaciones, pero en ella una pletórica Concha Velasco cantaba, bailaba y se divertía hasta tal punto que cuando, hace dos años, con motivo de un homenaje que se le rindió a José Antonio Ruiz dentro del Congreso dedicado a Antonio El Bailarín en el centenario de su nacimiento, Concha nos mandó un vídeo grabado en el que, desde el sofá de su casa (todavía no la habían llevado a la residencia) recordaba su formación como bailarina de clásico y de danza española junto a la esposa de este, Luisa Aranda, y cómo José Antonio le coreografió su papel de la pícara María Fernández. "Porque yo soy La Truhana. ¡Menudo espectáculo!", presumía entre risas.

De los últimos años habría que citar Hélade (2012) y Hécuba (2013), ambas estrenadas en un Festival de Mérida del que se despediría en 2019 vendiendo 30.000 entradas para su Metamorfosis, de Mary Zimmerman.

Poco después de esa Hécuba, por la que recibió numerosos reconocimientos, le aparecería el cáncer que la mantuvo alejada de los escenarios. En Sevilla, concretamente en el Lope de Vega, no volvimos a verla hasta que en 2016 llegó con Reina Juana, escrita por Ernesto Caballero. En ella, una madura e inmensa Concha Velasco, sola en el escenario, daba una auténtica lección de interpretación mientras repasaba la vida de la reina loca y conquistaba de lleno a las jóvenes generaciones que no habían tenido ocasión de verla.

También la vimos en el Lope de Vega en 2021, poco antes de retirarse definitivamente, con La habitación de María, un endeble monólogo escrito por su hijo Manuel. Pero no es esa Concha disminuida la que vamos a recordar porque ella ha sido tan grande que podrá seguir siendo en nuestra memoria, al mismo tiempo, Teresa de Jesús y La Truhana del teatro español. Descanse en paz.

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