el periscopio

León / Lasa

Hacia el 'low cost' del 'low cost'

En Europa empiezan a florecer supermercados con innegable aspecto soviético y con precios fijos en todos los productos.

LLEVO unos días leyendo un libro francamente interesante, El fin del Homo sovieticus, de la premio Nobel ucraniana Svetlana Alesiévich, editado por Acantilado, esa delicia de editorial. Por la módica cantidad de 25 euros -lo mismo casi que dos gintonics de diseño, con endrinas, lima, tónicas premiums y demás polladas-, la escritora nos lleva a un viaje impagable por el tiempo y el espacio. Por el tiempo: a los últimos estertores de la Unión Soviética, a los años que van de 1985 con la llegada de Gorbi al poder, al colapso de la URSS en la década de los noventa; por el espacio: de las lindes siberianas, desde Irkutsk, al litoral del mar de Barents, en Murmansk, pasando por poblados pequeños del interior de la estepa rusa. En esos lugares recoge testimonios de personas de toda condición y les pregunta por sus experiencias durante ese periodo de estertor del imperio. Algo que se repite con extraña asiduidad es la austeridad -y a veces ni eso- de las tiendas soviéticas, con una oferta limitadísima o nula de bienes de todo tipo, y la euforia que produjo poder, de repente, hacerse con unos tejanos o un molinillo de café de procedencia germana. Puedo dar fe de que -viajé varias semanas por países del Este en el año 1985-, incluso para los estándares españoles de la época, una tienda búlgara de aquellos días nos convertía en ahorradores forzosos.

Viene al caso porque últimamente he tenido una extraña sensación de déjà-vu cuando he entrado en una de esas tiendas llamadas de descuento tipo Lidl o Aldi, o en su tiempo Dia: más parecen unos almacenes que lo que entendemos como un comercio, y las técnicas de marketing -afueraparte del precio- brillan por su ausencia. Según parece, si creíamos tenerlo todo visto en ese tipo de comercios con aires de la extinta DDR, estábamos, de nuevo, equivocados. Empiezan a florecer en Europa los supermercados low low cost con innegable aspecto soviético y con precios fijos en todos los productos de, digamos, 30 céntimos. No me pregunten cómo se consiguen mantener esos precios en comestibles básicos y ganar dinero, tampoco qué es lo que se vende o cómo se crían los pollos que comercializan, pero existir existen. Y llegarán a nosotros. Los Primark de la alimentación. Sir Stelios Haji Ioannou -paridor de la idea y dueño de la aerolínea Easyjet- pretende seguir abriendo este tipo de ¿tiendas? en las zonas deprimidas de las capitales europeas para atender la demanda de las clases populares que sobreviven con subsidios y paguitas varias. Una verdadera broma de la historia: avanzar en el capitalismo para acabar viviendo como en la URSS. Pero con derecho a voto. PS: La noticia de El País dice: "El líder del PP en Almería dio a su yerno 950.000 euros en contratos. Uno de los encargos otorgados fue un inventario de palmeras". ¿Y por qué no? ¿Qué hay de malo o reseñable en ello?

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