Educación

Shangai, cada vez más lejos

Luis Sánchez-Moliní

Los rankings universitarios son como las encuestas de opinión, hay muchos y para todos los gustos. Estos listados competitivos, muy de la tradición anglosajona, tienen, sin embargo, un líder indiscutible: el que elabora anualmente la Universidad Jiao Tong de Shanghai, cuya publicación hace pasar más de una mala noche a los rectores cuyo sueldo y puesto depende de los resultados obtenidos (no es el caso español). Como es habitual, el ranking Shanghai de 2012, que analiza los 500 mejores centros del mundo, no dejó en muy buen lugar a la universidad española, con sólo 11 representantes en el mismo, siendo la Autónoma de Madrid la primera en aparecer en el puesto 200 (la única universidad andaluza que aparece es la de Granada). Como es también habitual, estos pobres resultados han provocado un intenso debate sobre la calidad de nuestro sistema universitario, debate que este año ha estado especialmente alimentado por las muchas reformas y recortes puestos en marcha por el nuevo ministro de Educación, José Ignacio Wert.

A nadie se le escapa que la universidad española es manifiestamente mejorable, pero muchas veces se habla demasiado a la ligera. Por lo pronto, hay que tener en cuenta que el ranking de Shanghai sólo evalúa la producción científica y que los países que aparecen en los primeros puestos invierten en I+D una media del 2,8% de su PIB, mientras que España apenas llega al 1,4%. Es como comparar las Fuerzas Armadas españolas con las norteamericanas sin tener en cuenta el gasto en Defensa. Lo más inquietante del ranking de Shanghai es, quizás, que pone en evidencia la existencia de una España rica y desarrollada frente a otra que no lo es tanto. Así de las once universidades que aparecen en el listado, dos pertenecen a Madrid, tres a Cataluña, dos a Valencia, una al País Vasco, una a Galicia, una a Andalucía y una a Zaragoza.

 

La mejora en un futuro inmediato de las universidades españolas en este ranking es prácticamente una quimera teniendo en cuenta los drásticos recortes anunciados para 2013. Por mucho que se reforme el sistema de gobernanza, que se estimule la labor investigadora de los profesores o que se optimicen los recursos, no se logrará un mínimo avance si, en lugar de mejorar la dotación humana y material de los laboratorios, nos dedicamos a desmantelarlos y a permitir que nuestra materia gris haga las maletas de nuevo.

 

La parte positiva del ranking de Shanghai es que demuestra que España tiene una serie de fortalezas en investigación que no se deberían de perder bajo ningún concepto: las Matemáticas, la Física, la Química y la Informática. Shanghai aún está muy lejos, pero el problema es que, en los próximos años, puede estarlo aún más.

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