Miriam Salinas. Psicoterapeuta

"Para mí el deporte de élite es una aberración"

  • Fue campeona de España en natación durante diez años y con 18 años dijo adiós al deporte y después a la arquitectura para llenar su vida ayudando a los demás

Miriam Salinas, psicoterapeuta nutricional

Miriam Salinas, psicoterapeuta nutricional

Miriam Salinas Gascón (Barcelona, 1979) se inició en la alta competición con nueve años, en natación y fue campeona de España de 200 metros mariposa durante diez años. Con 18 años, preparándose para los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 dejó el deporte tras sufrir distintos trastornos. Sus carencias se repitieron cuando también tenía una prometedora carrera como arquitecta. Dio un giro total a su vida para "ayudar a los demás" y a la vez ayudarse a sí misma para tratar conductas sobre la comida y otros problemas de salud en los que intervienen las obsesiones, terapeuta de todo aquello que ella misma sufrió.
-Dejó la oportunidad de ir a los Juegos Olímpicos cuando ya llevaba casi una década preparándose ¿lo entendieron en su entorno?
-Con 18 años me cambió el cuerpo y ya vivía desconectada de mí misma desde tiempo atrás. Mi infancia y adolescencia fueron duras por la exigencia en el deporte. Era un muñeco roto, concentrada en la competición, con seis horas diarias de entrenamiento. Había dejaod los estudios para poder ir a los Juegos Olímpicos.  Me di cuenta el poder de la mente. Hacia marcas pero mi mente estaba ya en otra parte. Necesitaba ayuda.
-¿Repudió su actividad deportiva? 
-Me desmoralicé, fue como tomar asco a todo aquello. Yo no puedo ir a una piscina, odio el cloro. Fue un aprendizaje vital. Me di cuenta de la fuerza mental. En un mismo día hacía la mejor marca y en los entrenamientos no podía más. Mi mente estaba fuera de lo que hacía a diario 
-¿Por qué entonces había dedicado su niñez al deporte de élite?
-Lo comento en cada charla sobre los muñecos rotos. Con nueve años no es normal que estés en la alta competición cuando debería preferir estar jugando con tus amigos. Tiene que haber algo para que que te dediques cinco horas diarias a entrenar  y no estar con tu familia. En mi casa tenía carencias así me volqué  en la piscina. Para sobrevivir necesitamos cariño y para encontrar mi lugar me centré en el deporte. Pero me había equivocado.
-¿Cómo salió del hoyo?
-Sufría bulimia. En un campeonato de Europa recuerdo estar desbocada con la comida de la máquina de vending. Tragaba y me iba al baño a vomitar. Fui a Natalia la psicóloga del equipo y después a una psicóloga conductual . Sufres una obsesión pero no sólo puede ser la comida, también puede ser el alcohol, las drogas, el trabajo, Es un vacío vital que no llenas. Te das cuenta con los años. Me puse a estudiar arquitectura y al final era lo mismo, buscaba logros. Disfruté mucho de ese trabajo, pero seguía desconectada de mí.
-¿Hay un punto de inflexión?
-Sí. Como arquitecta trabajaba mucho, ganaba mucho y también salía de fiesta mucho. En una noche desagradable puse un punto final  Tenía todo; trabajo, pareja, dinero... pero una vida vacía.
-¿Una vida vacía cuando parece que le acompañaba el éxito?
-De cara a los demás, sí, podía ser una vida de éxito. Pero yo me sentía vacía. Yo he venido a ayudar a los demás y a ayudarme. Tenía que reconectarme. Necesitaba encontrar mi sentido vital.
-¿Cuál era su sentido vital?
-Lo que estoy haciendo ahora trabajando de terapeuta. Hasta entonces estaba cumpliendo los deseos de otros, para agradar a otros, para sentirme perteneciente, que es lo que todos queremos, pero no era una vida satisfactoria
-¿Cómo se llena esa vida, cómo se llena esa botella?
-Me preguNté qué quiero, qué necesito. Fue un renacer. Tuve bastantes cojones porque tuve que dejarlo todo. Todo parecía estable pero no podía seguir así. Empecé a hacer formaciones de 'coaching', teatro terapeutico. Me fui a Brasil, a Bahia, y allí trabajaba de submarinista  mientras estudiaba.  Era hacer una vida sin cloro y sin arquitectura.
-¿Si observa un edificio es capaz de valorar ese trabajo?
-Yo soy arquitecta pero no me apasiona ni me interesa. Ahora soy arquitecta de emociones.
-¿Cómo profundiza en su trabajo de psicoterapeuta?
-Cuando vuelvo de Brasil hago teatro y en una pieza, que es en realidad  un monólogo con mi madre, me doy cuenta de lo que quiero aportar al mundo. Era mi conexión: me sigo ayudando cuando acompaño a los demás, sobre todo a las mujeres, para estar más a gusto con nuestro cuerpo. Las mujeres tenemos más presión sobre el  cuerpo. El hombre no está tan perseguido por eso.
-¿Se llevó mal con su propio cuerpo?
-Sufrí bullying en el colegio porque hice el cambio de niña a mujer muy tarde, con 18 años. Me llevaban la 'pelá', porque estaba plana,  Yo creía que no me afectaban esos comentarios así que me centré mucho en competir. Estaba en una burbuja para competir.  Es un deporte solitario, obsesionada y es lo que sucede en los deportes de alta competición. Mi entrenador era mi segundo padre pero había puesto tantas esperanzas en mí que cuando me surgió el trastorno él desapareció.
-¿El deporte de élite es la anulación de la persona?
-Yo he trabajado en centros de alto rendimiento y no se suele pensar en la persona. Una de las frases que decía era que la competición era una aberración. Al principio parece saludable pero si lo analizas, no es saludable. A nivel de salud mental y física es perjudicial. Estuve en TVE en una sección de Psico-nutrición y hablaba de las barbaridades en ese nivel. Disciplinas como la gimnasia artística, la natación sincronizada, necesitan muchas horas de preparación en solitario, seis horas diarias. Para mí el deporte de élite es una aberración. Un niño de cinco años no puede estar cinco horas entrenando  El deporte no tiene toda la culpa, pero si un niño quiere competir asi es porque laten otras carencias en su vida.
-De nuevo, el hambre de éxito.
-Vivimos un modo yanqui de identificar tu vida con tus éxitos profesionales, deportivos y no ver más allá A mí me faltó amor, todo lo que yo viví tiene capas de profundidad de lo que sucedía.
-Los padres quieren que sus hijos sean grandes deportistas o grandes músicos...
-Muchas veces transmitimos nuestras obsesiones. A los niños hay que escucharles. De pequeños tienen que probar y sobre todo divertirse. El deporte, la música son asuntos en los que ir degustando poco a poco. Y probando, nunca imponiendo.
-¿Cómo se calibra tener éxito en la vida?
-Hay que trabajarse mucho a uno mismo. Cuando uno está bien alineado y se conoce todo va mejor. Y tus hijos querrán estar bien. Ellos quieren cariño. Y no es cuestión tanto de dinero sino de acompañar y querer. La conclusión es conocerse mucho. Tengo un hijo de siete años y por fortuna yo soy otra persona que no tiene nada que ver conmigo a los 20 años. Mi consejo es obsérvate tú y tus hijos estarán bien. Los niños actúan por lo que ven y sienten de los padres, no lo que les cuentan.
Miriam Salinas, psicoterapeuta nutricional Miriam Salinas, psicoterapeuta nutricional

Miriam Salinas, psicoterapeuta nutricional

-¿Querer sin sobreproteger?
-Un buen acompañamiento es importante en la transformación a adulto. Hay que saber que es inevitable que sientan daño y sobreprotección es mala. Los hijos tienen que aprender a levantarse cuando se caen
-Sobre los trastornos alimentarios ¿cómo serían las alertas?
-Hay conductas de riesgo, por ejemplo, personas que siempre están tomando productos détox, que tienen mucho miedo a engordar, que juzgan su cuerpo habitualmente, se aíslan, intentan ahorrar calorías, sienten culpa por comer, hacen mucho ejercicio, pierden el control comiendo. En un grado superior hay otras consecuencias en la salud como la pérdida del pelo, pérdida de la menstruación...
-¿Y cuál es el camino para actuar?
-Dentro de las terapias hay dos líneas dentro de cada caso personal. Hay que abordar el caso psicoemocional, que puede ser por una mala gestión emocional que te hacer volcarte en la comida.  Es buscar entonces recursos. La comida no puede ser la única respuesta. Y la segunda es desmantelar la cultura de dieta. Eliminar esa presión del normopeso (que sólo cumple el 2% de la población), del ideal de belleza, del gasto para estar bien como dictan los demás
-¿Cuánto tiempo necesita una menta para superar estas obsesiones?
-Depende de muchos factores. Los atracones desaparecen pero todo requiere un proceso de profundidad que tarda un año, año y medio. 
-¿Las dietas no sirven?
-No sirven. Nuestro cuerpo, que es sabio, cuando tenemos un volumen corporal  al hacer dieta bajas el consumo y tu cuerpo a su vez baja el gasto de energía. Si haces muchas tonterías de ayunos y cosas así, tu metabolismo empieza a agrietarse. Con ayunos tu metabolismo en reposo es más bajo y por eso se dice que se engorda con una hoja de lechuga. Se puede revertir la situación, pero no con dieta, es cuestión de desaprender.
-¿Cómo se desaprende a cuidarse de verdad?
-Hay que ir a terapia. Es volver a conectar con nuestro comportamiento de alimentación, con el que nacimos. Es una cuestión de equilibrio. Nos vinculamos con la comida con mamá, con el amor. Asociamos a la comida con las emociones. No hay que comer siempre con el rollo de si  esto bueno o  esto es malo. En teoría parece fácil pero requiere de esfuerzo y voluntad.
-¿Se arrepiente con los años de no haber estado en unos Juegos Olímpicos?
-No. Nunca podría arrepentirme. Veía la entrevista de Gervasio Deferr a Jordi Évole y le entendía. En aquellos años de nadadora yo estaba desconectada de mí.
-¿Cuándo es el momento de cambiar al sentirnos desconectados?
-Merece la pena escucharse uno y no hay edad para tomar decisiones. No es lo mismo tomar decisiones con 20 años que con un hijo cuando tienes 44 años, pero  la vida es para estar bien.  A aquellos que nos dicen que no cambiemos les debemos decir "¿tu vas a estar en la tumba a mi lado cuando me muera?", porque sólo tenemos una vida. No es cuestión de ser kamikaze. Si hay confusión, hay que pedir ayuda. Calcular los riesgos pero estudiar la mejor decisión de cada uno.

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