España vota: municipales con sabor a generales

Las elecciones municipales y regionales de hoy dirimirán el estado real de forma de los partidos e influirán en el resultado de los comicios legislativos de finales de año

Un operario organiza el material electoral para las elecciones municipales en Barcelona.

Un operario organiza el material electoral para las elecciones municipales en Barcelona. / David Zorrakino (EP)

Las urnas decidirán hoy los gobiernos locales de 8.131 ayuntamientos, elegirán a 66.000 concejales, marcarán el control de 41 diputaciones y 12 comunidades autónomas. Injustamente sobadas por la agenda nacional, las elecciones locales y regionales se han abierto paso con sus asuntos locales aunque la gran y permanente bronca lo contamine todo. En todo caso, las urnas también emitirán algo parecido a un veredicto temprano sobre qué ocurrirá a finales de año, cuando vuelvan a abrirse los colegios electorales para las elecciones generales. Lo que ocurra hoy no será ley, pero sí indicativo. Y más allá del valor demostrativo o preformativo, constituirá una parte dura del argumentario del partido vencedor.

Las municipales pesan para las generales

No es igual enfilar el resto del año electoral, que se intensificará tras el parón de agosto, con un triunfo en las municipales que con una derrota. Se medirá en votos, pero sobre todo se leerá en términos de poder. Si el PSOE (que obtuvo en 2019 más de 6,6 millones de votos) retiene las alcaldías más notables y su poder regional podrá relativizar un triunfo del PP (que sacó algo más de cinco millones de sufragios) en voto popular. Y al revés, aunque el PP va a al asalto de plazas como Valencia, una de las piedras de toque de la jornada, mientras el PSOE las defiende.

Feijóo y el PP están más sólidos en sus posiciones clave, especialmente en la Comunidad de Madrid, donde el único debate es si Ayuso obtiene la mayoría absoluta. Y con otras dos mayorías absolutas en comunidades clave como Andalucía y Galicia, que tienen su propio calendario electoral. El resto está abonado a la incertidumbre. Lo que se puede dar por seguro es que Feijóo va a mejorar los resultados del PP de hace cuatro años gracias básicamente a la desaparición de Cs, que le deja en herencia 1,8 millones de votos y 2.788 concejales.

El PSOE necesita ecuaciones más complejas para salvar Valencia y veremos si también Castilla-La Mancha y algunas capitales estratégicas. Hay muchas alcaldías en el aire que pueden inclinarse hacia un lado u otro por unos pocos votos y en función de qué partidos y en qué condiciones entran en los plenos municipales. Se cierra una campaña enfangada por la compra de votos en algunas localidades. Una de las peores cosas que le puede suceder a los ayuntamientos es entrar en una fase de inestabilidad. Sería letal para la gestión municipal, que es la más relevante de las tareas de un ayuntamiento: hacer que la ciudad funcione.

Y mirando al escenario nacional es posible que el PSOE aguante mejor de lo que vienen barruntando la mayoría de encuestas desde hace meses y que Feijóo tampoco logre un triunfo arrollador como propone el PP desde que llegó a su presidencia. Pero tampoco es descartable lo contrario: el PP lleva semanas conteniendo la euforia, lo que sería indicativo del manejo de datos favorables y por lo tanto un intento de no desactivar a los suyos. Se verá esta noche. Una especie de “tablas” electorales dejará muy abierto en panorama de las generales. Y un mal resultado le pondrá plomo en las alas a Feijóo o Sánchez. El presidente de forma especial se ha puesto al frente de la campaña, con lo que la gloria o el infierno llevarán inscrito su nombre.

Qué podemos esperar del PSOE de aquí a diciembre

La larga precampaña de las municipales ya nos ha dejado suficientes ejemplos sobre lo que cabe esperar. El PSOE va a defender su gestión socioeconómica con uñas y dientes, el blindaje social durante la pandemia y las consecuencias de la guerra de Ucrania, inflación incluida. Presumirá de leyes sociales para demostrar que cuando gobierna España avanza en derechos. Alertará del riesgo de un cambio de país con el PP y Vox en el Gobierno. Pasará de puntillas por la experiencia del Gobierno de coalición si Podemos no pone la directa contra el PSOE y sus servidumbres y miedos "ante los poderosos" y veremos cómo modulan el discurso los socialistas en función del posible acuerdo o desacuerdo de Podemos y Sumar. Los socialistas también pondrán el foco en Feijóo. Consideran que se ha desinflado como candidato. Así, tratarán de evidenciar sus errores y debilidades. Sánchez también aprovechará la excelente palanca que le ofrece la presidencia de turno de la UE a partir del 1 de junio para intensificar su visibilidad, sus contactos y jugar en un escenario internacional que prestigia a la vez que permite perder de vista las polémicas domésticas. Montado en la presidencia europea llegará a la disolución de las Cortes generales, salvo tragedia griega imprevista e improbable.

El PP: enmienda a la totalidad

El PP lo tiene claro: enmienda a la totalidad. Han sido cuatro años baldíos y que han supuesto un retroceso para el país. Los pactos: la coalición, ERC y Bildu, con todo el añadido de las listas electorales, volverán a presidir el día a día declarativo y los argumentarios de campaña. Sánchez como un presidente okupa y sin escrúpulos, entregado a separatistas y etarras. O sea, la idea de la ilegitimidad fundacional de la legislatura elevada a la enésima potencia. Las “trampas” estadísticas para hinchar los datos de empleo y otros subterfugios para cuestionar la gestión económica. Y Feijóo se pasará la campaña nadando y guardando la ropa respecto a Vox. Procurará no decir nada que le comprometa ni nada que enfade a su posible y necesario socio para gobernar si los números le vienen de cara.

Y la izquierda a la izquierda

Uno de los elementos claves de los próximos meses es saber si Podemos y Sumar cerrarán un acuerdo o irán en listas separadas. La segunda opción es veneno para ambos y letal para el PSOE en sus aspiraciones de sumar escaños para renovar el Gobierno. Lo más sensato para ellos es que la plataforma de Yolanda Díaz y Podemos se pongan de acuerdo aunque sea de mentira. A estas alturas lo que cabe esperar es un acuerdo de convivencia, con los dientes apretados y con mucho mar de fondo. Ninguno de los dos puede asumir un mal resultado electoral -que sería imputable al indivisible afán de protagonismo de todos y la falta de generosidad- ni la consecuente segura pérdida de un Gobierno de izquierdas que, a la vez, le abriría la puerta a uno de derechas y posiblemente con los de Santiago Abascal dentro. Ésa es mucha digestión tanto para Podemos como para Sumar.

Yolanda Díaz, ni contigo ni sin ti

A Yolanda Díaz le han fallado dos cálculos: que Podemos iba a sucumbir ante el empuje de su artefacto, que se entregaría dado que ya había sido nombrada candidata por Podemos y que los sindicatos serían su plataforma electoral. Los secretarios generales de UGT y CCOO ni siquiera asistieron a la presentación de Sumar, acto al que estaban invitados. Desde la reconversión industrial del PSOE en los 80 y algún desencuentro más con el Gobierno de Felipe González, los sindicatos han aprendido bien cuánto vale y cómo se practica la independencia de los partidos políticos, una asignatura que, por otro lado, tenían pendiente desde una transición en la que los intereses eran tan mayúsculos e indisolubles que la independencia les resultaba imposible.

Podemos erró al creer que Yolanda Díaz, investida por Pablo Iglesias como candidata in pectore, sería razonablemente manejable y leal; y remaría a favor de los intereses de Podemos. En realidad, la ministra de Trabajo ha hecho lo contrario: una enmienda a la totalidad del significado de Podemos. Con la creación de Sumar ha venido a decir que el partido que la metió en las listas electorales ya no sirve como elemento trasformador de la sociedad y como reclamo electoral. Si no lo creyera para qué iba a montar su propio partido. Así que ha hecho un caballo de Troya construido desde su acceso a las listas y su posición en el gabinete. Y a consecuencia de esos movimientos ha llegado a la campaña municipal pidiendo el voto para distintos partidos, igual para Podemos que Compromís. Ni contigo ni sin ti. Esquizofrenia total. Esto es lo que queda de aquí a diciembre, sin perder de vista el apretón de Vox al PP tanto con la temática de campaña como con los pactos futuros, y la desaparición de Cs, ya reducido a cenizas.

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