No sabemos si Cervantes fue alguno de los que se alegraban en los elíseos jerezanos prados, y si era una alegría causada por la ingesta de nuestros vinos en aquellos tiempos. Lo que sí parece cierto, por los detalles que da en su obra Los trabajos de Pérsiles y Segismunda (1617), que era un buen conocedor de los vinos mareados, que por esa época eran conocidos así ciertos vinos jerezanos: "Fueronse con esto al hospedaje; volvieron a colmarse las mesas de manjares; llenaronse de regocijo los pechos, porque se llenaron las tazas de generosos vinos: que, cuando se trasiegan por la mar de un cabo a otro, se mejoran de manera, que no hay néctar que se les iguale".

Una visión que hubiera agradado a nuestro paisano Ramón León Mainez, uno de los grandes cervantistas de todos los tiempos. Esperemos que alguna vez las autoridades municipales, y académicas, se dignen dedicarle una calle; o en su caso una placa que lo recuerde a la entrada de la Biblioteca Municipal de Jerez.

Las bodegas del marco sí han mostrado más sensibilidad en este sentido. Son variadas las etiquetas, y otros soportes publicitarios, que se han servido de Cervantes, como de sus famosos personajes salidos de su imaginación, para la promoción de sus diferentes productos, desde los vinos a brandies, pasando por los ponches y el ron. Muchas de ellas con destino a la exportación.

Especial relevancia tiene el etiquetado de las bodegas portuenses Sancho, cuya imagen de marca es la figura de don Quijote sentado a horcajadas sobre una bota de vino.

Desde principios del siglo XX hay constancia de estos símbolos literarios en etiquetado de la zona, pero que podía crear cierta confusión al relacionar la figura del Quijote con los vinos de su origen: un lugar de la Mancha de cuyo nombre su autor no quiso acordarse.

Sin embargo, podemos disfrutar de esta iconografía, textual o con imágenes, en el etiquetado de bodegas como las de Cayetano del Pino, Bobadilla, Lustau, González Byass. Marqués del Mérito, Ruiz de Villegas, Valdespino, Magigal, Contero, Vinícola Hidalgo, Fernando García Díaz, Destilerías Guadalete, etc.

El creativo italiano Armando Valcauda, experto en cine animación, fue el responsable de la campaña que Domecq lanzó en la televisión italiana, a finales de los 60, con un Quijote y un Sancho a ritmo de una alegre canción.

Una divagación al hilo de la celebración, en estos días, de la Feria del Libro, dedicada a la literatura y el vino, y la Feria del Caballo. Qué mejor ocasión.