Actividades ecuestres

Parada a raya en Sementales

  • Sementales destapa el frasco de la historia. La doma vaquera, sin alardes de modernidad, celebra hoy su gran final a partir de las 12 horas

Cuentan los libros de historia que ya en el reinado de Alfonso X El Sabio, cuando se establece el origen de la Feria del Caballo, mercaderes ingleses y centroeuropeos participaban en la fiesta de Jerez arrastrados por las bondades del vino y el caballo. De esto hace muchos siglos y hay que cabalgar hasta los años sesenta del siglo XX para encontrar la feria más parecida a la actual, cuando el alcalde Miguel Primo de Rivera decidió unificar las actividades hípicas de la ciudad dentro de la semana grande de la ciudad.

Hay pocos concursos en España que arrastren tanta historia como el nacional de doma vaquera del Depósito de Sementales. La doma vaquera es una disciplina deportiva que mantiene intacta la esencia de su origen. El caballo vaquero ha sido seleccionado y domado para trabajar con el ganado bravo, aunque es cierto que en la actualidad es una disciplina de salón, pues son pocos los caballos vaqueros de competición que trabajan en el campo. Tanto para la competición como para el trabajo en el campo, se necesita un caballo de sangre caliente, capaz de reaccionar a las embestidas del toro bravo, Tradicionalmente en Andalucía, donde se concentra la mayor parte de la historia del toro de lidia, se ha criado el caballo de tres sangres (inglesa, árabe y española) para el manejo del ganado vacuno, aunque en estos últimos años han proliferado experimentos con otras sangres que han dado resultados deseados. El caballo de cuarto de milla, el encargado de encerrar las vacas en los ranchos de Texas, llegó a España hace ya unos lustros para quedarse. Y aquí sigue. Son muchos los jinetes vaqueros que han buscado sangre americana para aligerar y mejorar la mecánica de los movimientos del caballo vaquero. Pero pocos sementales han dado tanto como el angloárabe o como el tres sangres andaluz, el auténtico caballo de campo. Y esto lo valoran los jueces del concurso en el epígrafe el aire vaquero.

Tampoco hay mucho margen de evolución en el equipamiento del caballo y del jinete. La montura vaquera se sigue fabricando de manera artesanal, a mano. La estructura de la silla se talla en madera y los huecos se rellenan con paja de centeno. El exterior se forra de piel y el asiento del jinete se cubre con piel de borrego. Los estribos son de hierro forjado y se oxidan hasta que consiguen un color casi negro. Actualmente, hay versiones más aligeradas fabricadas con estructuras de fibra, que reducen el peso de la montura de treinta a ocho kilos. Mucho más llevadera para caballo y jinete, y más barata. Pero no tan auténtica, por eso en Sementales la montura artesana sigue siendo la única. El jinete se viste con el traje de corto o traje andaluz. La licra, impuesta desde hace décadas en otras disciplinas ecuestres, desconoce la doma vaquera, un micro mundo en el que el sastre, el guarnicionero, el sombrerero o el zapatero siguen siendo pequeños artesanos autóctonos que han plantado cara al monstruo asiático. Hoy jueves, final de doma vaquera en la pista central del Depósito de Sementales.

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