Feria de Jerez

Sergio Ramos debuta como criador en Ifeca

  • El Pura Raza Española estrena hoy Equisur, la rueda morfológica más antigua de España que ha perdido solera para dejar paso a nuevos ganaderos como el jugador del Real Madrid

Cuando Sergio Ramos dio su primera patada a un balón de reglamento 'Argentino VII' daba las primeras coces a sus hermanos de camada en las praderas de la ganadería sevillana de Alonso Moreno de la Cova. De esto hace más de veinte años y ni el chico de Camas ni el semental tordo son los mismos.

El número cuatro del equipo blanco peleó ayer el pase a la final de la Champions en el templo del fútbol español con el mismo corazón que 'Carbonera de Ramos' su noble pasado ecuestre en la arena de Equisur, el concurso de belleza más prestigioso de la raza que empieza esta mañana en el palacio de congresos de Ifeca.

La nieta de 'Argentino VII' pasta hoy en la finca sevillana que Sergio Ramos ha elegido para iniciar su aventura ganadera con caballos de Pura Raza Española y de ello presume en su página web, que adelanta su próxima apertura en chino, alemán, francés, inglés y español. Altura de miras para una jovencísima Yeguada SR4 que aterriza en la ciudad del caballo con dos potros y una yegua madre, artillería pesada comprada a golpe de talonario a las mejores casas andaluzas. Porque en este mundo de la cría del caballo español se pagan la belleza y los orígenes y los ejemplares del jugador tiene madera de serie.

Pero no va a ser fácil coronar la cima porque en el sancta sanctorum de la raza, SR4 se va a medir con encastes que crían telarañas en las esquinas de sus caballerizas, como Tomás Osborne, Yeguada Ferrero, Cabeza Rubia o Ermita de San Bernardo. En total, son más de cien ejemplares los inscritos en la sección de caballos de Pura Raza Española de la última edición de Equisur, una marca que se ha superado en los últimos dos años gracias a la aparición de nuevas casas ganaderas que han ido empujando al rancio abolengo equino hasta prácticamente la extinción.

Equisur es el escenario en el que se hacen importantes operaciones ganaderas. Esa es su razón de ser. El valor de un ejemplar depende de su físico, de su genética y del criterio del juez. Y por este orden. Lo saben los que vienen a comprar ganado y los que vienen a venderlo.

Uno de los ganaderos que mejor se le da la muestra jerezana es al jerezano Nicolás Domecq Ybarra, que participa tradicionalmente en la sección de caballos de Pura Raza Árabe, la segunda sangre más importante en participación de la cita morfológica de la Feria del Caballo.

Nicolás es uno de los mejores ganaderos de caballos árabes de España y su acertado criterio heredado de sus padres y abuelos le ha llevado a conseguir varios premios de campeón de campeones. El caballo árabe hace décadas que globalizó tanto su cría que hoy es el día en que sus orígenes se difuminan. Jerez se inventó hace más de cien años la línea española de la raza árabe después de que una expedición militar trajera de los países árabes un puñado de feuchos sementales para refrescar la sangre de la cabaña nacional. Se criaron unos potros de perfil cóncavo y huesos fuertes que hoy admiran en toda España a pesar de que la estirpe 'pure spanish' no goza del tirón mundial del árabe oriental, más pequeño, delicado y chato que el que se inventaron los militares y ganaderos andaluces con tan buen criterio y que ha servido para mejorar otras razas, entre ellas la española.

La raza angloárabe es otra de las secciones que a partir de hoy pelea por convertirse en la mejor raza del concurso. Ya veremos. Jerez es bastante reacia a convertir en campeón de campeones a un ejemplar cruzado pero no tiene prejuicios en hacerlo cuando aparece un bellezón de esta categoría. El caballo angloárabe puede ser un caballo feo o un caballo bestial, fogoso, voluntarioso e incombustible recomendable para mejorar culquier línea equina.

Y por último el caballo hispano árabe, una raza en auge que busca lo mejor de cada sangre y que cuando las leyes de Mendel se alinean a favor del criador el resultado es un caballo fantástico capaz de conquistar el corazón y la mano del juez más exigente.

Hay hueco para todo en los 24.000 metros cuadrados del bloque de hormigón de Ifeca. Hasta para creer que Jerez fue algún día la cuna del caballo.

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