Feria de Jerez

El feriante, una profesión heredada

  • La familia Rubio recorre 22 ferias desde principios de mayo hasta noviembre, un modo de vida "muy duro" y "sacrificado" pero al que lleva dedicada desde hace más de 40 años

Alfonso Rubio y su familia llevan el gen de la feria en su ADN. Desde que tiene uso de razón este tipo de festejos han sido su modo de vida, una profesión que no obstante viene heredada de su padre, con más de cuarenta y ocho años de dedicación, algo que lleva con muchísimo orgullo. "Hace unos años que nos dejó el negocio porque se jubiló pero aún así viene con nosotros a echarnos una mano en la organización y en otros asuntos. Siempre dice que se morirá en una feria", reconoce su hijo.

Cada año, cuando llega mayo, Alfonso Rubio prepara el calendario de festejos por toda Andalucía occidental y parte de Extremadura, su tierra. En total son 22 ferias cada año, "la primera en El Puerto a principios de mayo y la última el 6 de noviembre en Niebla", en la provincia de Huelva.

A partir de mayo la familia, natural de la localidad pacense de Jerez de los Caballeros, planifica así su modo de vida, que pese a la crisis "nos da para pagar un sueldo a cada persona. Está claro que antes de la crisis se ganaba más, pero ahora es lo que hay", relata Alfonso.

Su día a día es monotemático, "nos levantamos a las nueve de la mañana para preparar toda la comida y bebida, y bueno, te pueden dar las tres o las cuatro de la mañana en la Feria si no más. Hay días que dormimos tres horas, cuando estás pegándote el sueño suena el despertador y tienes que levantarte", explica mientras con el rabillo está pendiente de las mesas de la caseta.

Luego, a dormir un poco "en un piso. Aquí en Jerez lo alquilamos, pero en otros sitios nos quedamos en hoteles, porque nos sale mejor. Venimos varios del pueblo, mi padre, mi hermano, mi cuñada y mi sobrino y todo queda en casa", prosigue.

Los Extremeños, como les conocen en todos sitios, han vuelto este año a la Feria del Caballo tras un año de ausencia, una ausencia que vino motivada "porque la última vez nos salieron las cosas muy mal y perdimos ocho mil euros. Cambiamos de sitio, donde llevábamos por lo menos siete años y no salió bien. Esto es así, en unas ferias pierdes dinero y en otras ganas y al final vas compensando", afirma.

En total, son ya "diez años los que llevamos viniendo a Jerez", aunque esta vez han cambiado de nuevo su ubicación habitual para pasar a la Calle Manuel Torre, concretamente en la Peña Marismilla.

El trabajo diario es "muy duro", no en vano las jornadas son eternas y agotadoras, de casi quince horas, pero aún así "uno está acostumbrado, son seis meses de trabajo continuo y no lo notas".

Tal es el volumen y la intensidad de su trabajo que cuando "tienes un día de descanso te notas raro, quieres dormir y no puedes, y a lo mejor duermes solamente tres o cuatro horas, lo que hacemos normalmente". Para Alfonso Rubio los días pasan "sin saber a qué estamos, no sabes si es miércoles, jueves o lunes, en lo único que piensas es en el negocio".

Los Extremeños, no obstante, tienen un especial cariño por la Feria del Caballo "porque la gente es muy buena, es abierta y se deja querer, son distintos a la de otros lados", asegura.

Además, reconoce que "la gente va muy bien vestida, eso no ocurre en otras ferias a las que vamos, aquí se cuida la vestimenta y eso es algo que nos llama la atención".

De momento, el balance de esta edición "no es malo", aunque "podría ser mejor", comenta entre risas. Para él, las ferias de la provincia de Cádiz "son muy caras en cuanto a gastos, en cada sitio a los que vamos tenemos que pagar por engancharte a la luz y cosas así, mientras que en Extremadura pagamos una cuota y te sirve para todos los sitios donde vamos", destaca.

El resto del año, Alfonso Rubio regenta "un disco pub en Jerez de los Caballeros", aunque su familia también posee otros negocios como "una churrería. Somos una familia que le gusta el trato diario con la gente", afirma orgulloso.

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