LA PENÚLTIMA CON JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD

"Yo a lo más que he llegado en Feria es a bailar el foxtrot"

  • El escritor jerezano dice que está dispuesto "a defender que estos vinos generosos, que se pueden beber a cualquier hora del día, son los mejores del mundo"

José Manuel Caballero Bonald (Jerez, 1926), escritor, ha publicado recientemente ‘Entreguerras’, de la que asegura que será su última obra. No se reconoce feriante, de los de ahora, porque la Feria que el conoció ya no tiene la esencia original. Sin embargo, sí es amante del vino de la tierra, en toda su gama de colores, que defiende como algo muy suyo.

— ¿Qué significa para usted la Feria, es decir, suele venir?

— Hace muchos años que no voy a la Feria. Aparte de que por estas fechas siempre estoy en Madrid, tampoco es un festejo muy de mi agrado.

— ¿Qué hay de poesía en esta fiesta? ¿Es inspiradora?

— Es posible que lo sea para un autor especializado en Juegos Florales. No es mi caso, pero seguro que en Jerez debe quedar alguno.

— ¿Qué cosas cree que se deberían modificar de la Feria? ¿Se ha desvirtuado?

— Recuerdo algunas Ferias de mi infancia, de mi adolescencia, o sea, de hace un siglo, que todavía conservaban sus raíces, es decir, las causas que en un principio motivaron estas ferias. Me refiero al mercado de ganado. Pero, claro, con el tiempo, todo eso ha desaparecido. Supongo que también se han ido modificando los hábitos de los asistentes.

— ¿Se ha marcado muchas sevillanas a lo largo de su vida o prefiere verlas desde el ‘tendío’ de una caseta?

— Que yo recuerde, a lo más que he llegado es a bailar el foxtrot.

— ¿Cree que el vino de la tierra sigue jugando un papel importante en la Feria, tal como ha bajado el consumo y como está de crispado el Marco?

— Sí, tengo entendido que el consumo de vinos de Jerez ha bajado de modo alarmante. Y la verdad es que no lo entiendo. Todo el mundo sabe que el jerez ha gozado siempre de una fama universal. Soy un completo ignorante en asuntos comerciales, pero no me cabe en la cabeza que unos vinos como los amontillados, olorosos y palos cortados apenas traspasen hoy las fronteras locales. Sin ninguna clase de chovinismo, estoy dispuesto a defender que esos vinos generosos, que se pueden beber a cualquier hora del día o de la noche, son los mejores del mundo. ¿Qué ha pasado?

— ¿Tiene buenos recuerdos de esta Fiesta, de su juventud o de su infancia?

— Algún buen recuerdo debo tener, cuando andaba por allí con mis amigos de entonces -Juan Valencia, Vicente Bobadilla, Rafael Bonald-, pero se me ha borrado. Ah, bueno, ahora recuerdo que un día, siendo casi un adolescente, escribí en el ‘Ayer’, el periódico de Jerez de esos años, un articulillo sobre la Feria, y luego me paseaba por ahí esperando la aclamación del público.

— ¿Qué libro, de todos los que ha publicado, se puede escribir en siete días de Feria?

— Conozco libros que incluso se puede escribir en menos tiempo. Pero el libro que yo escribí más deprisa me llevó dos años.

— ¿Cree que favorece este tipo de fiestas a la identidad andaluza?

— Quizá favorezca a esa franja de la identidad andaluza que a mí me parece la más superficialmente andaluza.

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