Feria de Jerez

Cuando la paciencia no tiene límite

  • Sebastián Zambrano habla de su extensa trayectoria a la espera de recoger hoy, a sus noventa años, el Caballo de Oro que le concedió el alcalde Miguel Primo de Rivera en 1971

Se acababa de estrenar la década de los setenta cuando Sebastián Zambrano se preparaba para correr otro raid. Las carreras de fondo eran lo suyo, aunque fueron otras las disciplinas que le hicieron más grande como jinete y como profesor. Zambrano, que veía cómo los jinetes portugueses partían como favoritos en cada edición del raid de Jerez, decidió dar el golpe. Y empezó a ganar hasta que terminó por desmoralizar a los lusitanos, que dejaron de venir a Jerez. Tal fue la proeza equina de este infatigable y pertinaz jinete que por aquel entonces, una delegación ecuestre del gobierno local regido por Miguel Primo de Rivera le anunció que si ganaba una nueva carrera, el Caballo de Oro de ese año sería suyo. Zambrano ganó aquel raid y cumplió con su parte del trato. El Ayuntamiento, no. Bueno, sí, pero cuatro décadas después. "Yo iba montando por El Majuelo cuando Jaime Domecq Ybarra y Lorenzo Díez me dijeron que tenía que ganar ese raid para que me dieran el Caballo de Oro. Yo gané el concurso pero coincidió con que el alcalde se tuvo que ir a Madrid y se lo dieron a él. Me prometieron que me lo darían el próximo año, pero ya todo se olvidó", recordó ayer.

Esta anécdota ocurrió exactamente en 1971, cuando el premio se le concedió al hasta entonces alcalde de Jerez, Miguel Primo de Rivera. El Caballo de Oro pasó de largo por la finca El Tesorillo y Zambrano pensó que en el camino se encontrarían. Por aquel entonces, Sebastián contaba con dos caballos de oro, 'Enriqueto' y 'Pajarito'. Aquellos nombres exentos de pretensiones tenían un corazón enorme. Lo daban todo en carrera. "Cogían un trote y lo mantenían durante todo el recorrido dejando atrás a todos los demás. Estos caballos los preparé yo y con ellos gané hasta tres carreras en Jerez". Sebastián se entusiasmó ganando todo tipo de concursos, raid, alta escuela, saltos, polo… "Yo no me arrugaba ante nada ni ante nadie. A mí me gustaban los caballos. Eran mi vida. Lo he sentido así desde que tengo uso de razón". Y desde que Zambrano tiene uso de razón han pasado muchas cosas. Una Guerra Civil, una dictadura militar y una democracia. El veterano jinete es rotundo cuando se le pregunta por la afición de antes y la de ahora. "Se ha evolucionado muchísimo. Hace cuarenta años, al caballo se le domaba de una manera brutal. Se le maltrataba, se quebraba, se le rompía la nariz… Ahora todo es diferente y mejor. Al caballo se le empieza a acariciar desde que nace, de modo que cuando hay que domarlo ya hay mucho trabajo hecho. Los jinetes de ahora son más finos que los de antes".

Sebastián Zambrano es de aquellos jinetes que vive la afición en la intimidad. A pesar de que ha tenido diferentes y notables profesores a lo largo de su destacada trayectoria como jinete, ninguno de ellos ha podido enseñarle todo lo que ha aprendido de los caballos. "El caballo es el primer profesor, antes incluso que el hombre". Y lo justifica, claro. "Sólo hay que observarlos. Cuando atas a un caballo y le acercas a una yegua, el caballo hace piafé de manera natural, en el campo se le puede ver trotando en extensión… El jinete lo que hace es llevar a escena su expresión natural".

Esta filosofía ha tratado de transmitirla a los cientos de alumnos que han pasado por su vida. Jinetes de doma, de alta escuela, de rejoneo, de raid… Muchos de ellos estarán hoy en el Depósito de Sementales arropando a su maestro en un acto tan especial para la familia de Zambrano. "Llegaré montado sobre 'Caramela', una yegua que compré a Javier Buendía cuando era potra para mi nieto. La he domado yo y me gusta mucho. Es alazana y cruzada". Pero Sebastián no estará solo. Sus hijos, Chano y la rejoneadora Emilia, y sus nietos acompañarán a caballo al protagonista del día. Y también estará presente el recuerdo de 'Enriqueto' y 'Pajarito', sus dos queridos caballos hispano angloárabes que le dieron el Caballo de Oro en 1971.

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