XXV Festival de Jerez

Baile y cante por doquier

María del Mar Moreno, en un momento de 'Memoria viva'.

María del Mar Moreno, en un momento de 'Memoria viva'. / Manuel Aranda

No sé si consciente o inconscientemente, pero ‘Memoria viva’ está anclado en el tiempo. Es uno de esos espectáculos que podría encajar con el concepto artístico de décadas anteriores, es decir, donde el cante y el baile, además de la guitarra, conforman el único universo posible. No hay un hilo conductor y la escenografía es un elemento meramente decorativo.

Con esta carta de presentación, María del Mar Moreno no busca complicaciones, y al contrario de lo que ha hecho en otras ocasiones, se ciñe a los pilares básicos del flamenco y por supuesto, a ese baile tan suyo.

Evidentemente, el cante, la guitarra y el baile resultan especialmente entretenidos, pues su distribución en escena también se hace de manera escalonada, aunque por momentos se pierde el ritmo del espectáculo, no hay dinamismo, y las transiciones de un número a otro no están demasiado cuidadas. Tampoco es demasiado acertado colocar la soleá justo detrás del fin de fiesta, con el público ya más pendiente de coger la puerta que de otra cosa, más que nada porque antes de este último baile ya se lleva más de hora y media.

Pero cualquier carencia se suple con el cante y el baile (por supuesto también con la guitarra, muy bien trabajada); con el cante porque en el montaje hay verdaderos ‘bicharracos’, con talento, conocimiento y experiencia, y con el baile porque a estas alturas no vamos a descubrir a la artista jerezana, curtida en mil batallas y, con sus defectos y virtudes, una bailaora sincera a más no poder.

Además, María añade condimentos especialmente interesantes, con un Miguel Ángel Heredia extraordinario en la bulería por soleá, y dos pinceladas por bulerías de Rocío Carrasco y Manuel Jiménez, tres elementos de esas nuevas generaciones que, como bien indica el título, mantienen la memoria más viva que nunca.

La Moreno baila por seguiriyas y soleá, que abren y cierran espectáculo, respectivamente, pero también lo hace por bulería por soleá, por tarantos y por tientos-tangos, estos dos últimos, junto con la soleá del final, de lo mejor de la noche.

En el cante, El Malena vuelve a estar a la altura, demostrando una vez más que es como un reloj suizo, siempre efectivo en todo lo que hace. Remató con holgura la seguiriya acordándose de Juan Junquera, completó el romance de Juan Osuna con solvencia haciendo un guiño a Caracol y se paseó por Alcalá en la soleá final.

No es el único material cantaor de primera. Dolores Agujetas, Saira Malena y Elu de Jerez acometieron, cada una con su personalidad, una ronda de martinetes espléndida, levantando los olés del público. Saira, que sigue creciendo como cantaora, bordó la cartagenera, Elu dominó la media granaína gracias a esa portentosa garganta, y Dolores tiró de la seguiriya (quizás excesivamente acelerada en el acompañamiento) de Paco La Luz y Manuel Torre para honrar a su genética.

Tampoco desmereció El Tolo, con ese puñal en la garganta por tarantos y en las bulerías de la Plazuela, y José de los Camarones, rompedor por romances, tarantos y en la soleá apolá.

“¡Qué alegría de escuchar flamenco con la que estamos pasando!”, se oyó en el patio de butacas, antes de que el público despidiera a los protagonistas entre aplausos.

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