La crítica

Lenguaje universal de un alma libre

  • La música que emana de sus cuerdas prodece de su alma. En sus adentros, como le ocurre a los grandes de la guitarra flamenca, conviven sentimientos introvertidos que sólo quedan soslayados por la expresión artística de sus manos

La música que emana de sus cuerdas prodece de su alma. En sus adentros, como le ocurre a los grandes de la guitarra flamenca, conviven sentimientos introvertidos que sólo quedan soslayados por la expresión artística de sus manos. 

 

Es ahí cuando conocemos al verdadero Dani de Morón, un ser de sensibilidad especial que mantiene la tradición sonora de una zona geográfica de abolengo flamenco. Un pueblo que ha visto nacer a grandes figuras de este arte universal y que ha salvaguardado la esencia de una época pasada en la que el toque de Diego del Gastor servía de banda sonora de la estética gitana.

 

Nos enfrentamos a una de las figuras con más perspectivas de futuro y con más peso de cuantas hay en el toque. Tras su actuación en la tarde de ayer en Sala Paúl, no cabe duda de su potencial. Y no es que lo demostrara ayer, sino que lo volvió a confirmar. Talento, personalidad y virtuosismo en cada estilo interpretado. Cada uno de ellos bien diferenciados, la malagueña inicial sonó a eso, a malagueña. Es uno de los temas de su último trabajo discográfico titulado 'El sonido de mi libertad', y, el tema en cuestión lo llama 'Malagueña del sorbito'. 

 

Hace de su música el lenguaje universal para que asistentes de todos los rincones del mundo aplaudan su toque. La parsimonia se hace presente en el comienzo de la soleá, en la que se acompaña de dos buenos palmeros que le hacen compás en una caja de percusión. En la siguiente interpretación su testimonio es esclarecedor, romántico y consigue mostrar el sabor de su tierra. Posee un manejo vertiginoso del mástil de la sonanta. 

 

Entre el público se encontraba otra de las guitarras del momento, Manuel Valencia, al que se le veía disfrutar de la magia de su compañero. Valencia también forma parte del ciclo 'Toca toque' de este Festival de Jerez. 

 

De la íntima soleá pasó a unas bulerías muy acompasadas. Y no es para menos contando en el grupo de palmeros con los hermanos anteriormente mencionados y Manuel Soto 'El Bo' y Carlos Grilo. Dani agradece la labor de sus acompañantes en el escenario al acabar el repertorio en "un día tan complicado a la vez que importante ya que estoy tocando con fiebre". 

 

Sigue mostrando su virtuosismo en las bulerías que dan nombre al disco y al concierto. En la rondeña se deja el alma y se introduce en el difícil mundo de la seguiriya, eso sí, cambiando de guitarra. Encuentra de nueva la libertad por alegrías. 

 

El último toque de la actuación, por bulerías, está dedicado al maestro Paco de Lucía, quien confió desde un primer momento en él y quien decidió llamarlo como segunda guitarra en el espectáculo 'Cositas Buenas', y también a Moraíto. Pero a decir verdad, sus sones nos traen por momentos la solera de su tierra, Morón de la Frontera, una de las cunas del flamenco. 

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