La crítica

Quejíos frescos y con solera

  • Manuel de la Fragua mostró la fuerza de la savia nueva de Santiago mientras que Andrés de Jerez se encargó de llevar la anarquía

Si hay un barrio en Jerez que ha dado y sigue dando grandes artistas ese es San Miguel. Muestra de ello lo presenciamos en la tarde de ayer en el seno del Alcázar de Jerez con la presencia cantaora de Manuel Garrido Fernández y Andrés de Jerez.

Manuel, heredero del metal fragüero de Tío Juane, mostró la fuerza de la savia nueva de un barrio que se resiste a fusionar su música identificatoria. Siguen por tanto defendiendo lo que sus mayores les enseñaron, los cantes de Jerez.

Con una fuerza prodigiosa y mostrando seguridad y control en el escenario, dejó su sello particular durante su corta media hora de actuación. Un tiempo limitado en el que no valen oscilaciones.

En honor a su saga comenzó la actuación al son de yunque y martillo con una ronda de tonás y martinetes. Desde el público se escucharon los primero "olés". Domingo Rubichi, su guitarrista, comenzó a tirar de archivo sonoro por soleá. Un guitarrista para acompañar debe dedicarse a lo que hace mejor que nadie Domingo, no llamar la atención ni quedar por encima del cantaor. Manuel fue entonces el único protagonista.

Gustó bastante por soleá de Cádiz y Alcalá. Una responsabilidad innata de los que saben que el cante no puede perderse. Fue adquiriendo confianza y soltura en el escenario para adentrarse de lleno en la ronda por fandangos. Valiente y con sentimiento, intentando transmitir todo su legado.

Al final de su actuación se sumaron dos buenos escoltas del compás jerezano para acabar por bulerías. José Rubichi y José Peña llevaron por el camino de la gloria a Manuel, aires de La Plazuela y recuerdos a Alfonso de Gaspar. Recibió una larga tanda de aplausos. Causó sensación y sorprendió su profesionalidad, elegancia y saber estar en el tablao.

La segunda mitad de la actuación estaba bajo la responsabilidad de Andrés de Jerez, un cantaor esporádico que por segundo año consecutivo se encargó de llevar la anarquía y las vivencias de un ser bohemio. Con la mayor de las ilusiones puestas en esta cita, Andrés se dejó el corazón. Agujetero como el que más, comenzó por tientos con la guitarra de Carlos Grilo, en ocasiones con más protagonismo de lo requerido. El cante necesitaba reposo y la guitarra fue alterando el ritmo de la actuación de manera que aceleraba en cierto modo a al cantaor.

Tras ello, se estremeció por soleá, de la marca Agujetas como veníamos diciendo. Es un ser que se crece en los escenarios, cuando parece que va a flaquear se queja y llega a la simbiosis con el público. Igual ocurrió con los emotivos fandangos. Ahí Andrés tiene un largo repertorio en el que se deja llevar por su pasión natural y su sinceridad vital.

Tan peculiar fue el cantaor que se despidió sin tocar las bulerías en una tarde en la que estuvo a un nivel considerable. Andrés no tuvo problemas para conseguir sus objetivos propuestos, más que la guitarra acompañante que quedó por encima de la voz cantante en muchos momentos de la tarde. Una pena.

Los Conciertos de Palacio

Andrés de Jerez- Manuel de la Fragua

Cante: Manuel de la Fragua, Andrés de Jerez. Guitarra: Domingo Rubichi, Carlos Grilo. Palmas: José Peña, José Rubichi. Día: 03 de marzo 2014. Lugar: Palacio Villavicencio. Aforo: 3/4 de entrada. 

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