XXV Festival de Jerez

Coreografías en un mundo cambiante

Un momento del espectáculo.

Un momento del espectáculo. / Manuel Aranda

‘Ya no seremos’. Con sólo leer el título, la nueva propuesta de Ángel Rojas, la primera alejado del escenario, invita a imaginar y a reflexionar. El coreógrafo nos sitúa en un ambiente apocalíptico, un espacio muy concreto en el que la lucha, la evolución y los recuerdos por parte de los seres que lo habitan son una constante. A través de una percepción muy personal y y de la iluminación, Rojas busca conseguir la atención del espectador con un lenguaje agresivo en el que la coreografía y un concepto de flamenco contemporáneo se imponen a cualquiera otra posibilidad.

Lo primero que distinguimos es un extraordinario trabajo coreográfico, sobre todo en las aportaciones grupales que proponen los siete bailarines y bailarinas que conforman este particular ‘ballet’. Todo ornamentado con apuntes de música electrónica (parece estar de moda este año en el Festival y con la percusión de Paco Vega, soberbio.

En medio de un ambiente musical conseguido, la tensión y emoción que envuelven a ‘Ya no seremos’ en los primeros compases, con ese árbol imaginario y un juego de luces continuo, van quedando relegados a un segundo plano conforme pasan los minutos hasta caer en la más pura monotonía.

Hay que tener en cuenta que a lo largo de la hora y pocos minutos de duración que tiene este espectáculo, apenas hay cambios escenográficos, todo discurre en torno a un mismo ambiente, y eso, más si cabe en los tiempos que nos ha tocado vivir, acaba por desesperar y aburrir. Nadie es capaz de romper ese encefalograma plano en el que se convierte la obra con el paso del tiempo y que la convierte en angustiosa y hasta martilleante.

Lo más parecido son las apariciones de Juan Campallo y el cante de María Mezcle y La Lebri, que pasan a ser casi como un oasis dentro de un paraje mustio.

Campallo es el contrapunto al tedio, y simulando a esa llamativa imagen a la que nos tiene acostumbrado Suárez Cano ‘Canito’, con guitarra al cuello, nos sumerge, con su potente pulsación y limpieza, en otro ambiente, algo parecido a lo que hacen La Lebri (bien en la vidalita) y María Mezcle (valiente en la soleá apolá), que a veces también interactuan con la propia coreografía.

Lo cierto es que a este ‘Ya no seremos’ le falta algo, algo que acabe por romper el ritmo y volver a conectar al espectador como lo hace al principio. Todo lo demás es una especie de bucle (con excelente coreografía) pero con poco que transmitir, que es de lo que se trata.

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