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La crítica

El devenir de lo eterno

  • David Coria sólo contaba con sesenta minutos y supo aprovecharlos con momentos memorables, una verdadera obra de arte

En una obra de apenas una hora de duración en la que se intenta exprimir al máximo las distintas formas tradicionales del baile flamenco, la danza española, la bolera y el folklore pueden ocurrir dos cosas. Por un lado, el montaje en un auténtico puede convertirse en un laberinto del que no se puede salir, la suma de ideas a veces no hacen sino entorpecer la fluidez de la obra provocando el absoluto alejamiento con el receptor. Pero por otro lado, esa fantástica y a la vez complicada mezcla de estilos pueden dar lugar a un resultado exquisito y con unos destellos de genialidad que sólo se consiguen con horas de trabajo, esfuerzo y amor.

David Coria con 'Espiral' fue capaz de inclinar su resultado al segundo caso. Con unos movimientos cuidados y sin ningún tipo de hilo argumental fue desarrollando, lo que para él es el pasado, presente y futuro del baile de la baja Andalucía. Sólo contaba con sesenta minutos y supo aprovecharlos con momentos memorables, una verdadera obra de arte.

Un espectáculo de formato pequeño que desde el primer momento provoca al público sensaciones distintas. De lo trágico a lo cómico, del miedo al placer. A lo largo de la obra el lenguaje predominante es el flamenco aunque sin miedo a romper esquemas, introdujo movimientos de la escuela bolera, la danza clásica y hasta algunos contemporáneos. Con un gran estilo en el escenario, mostró las distintas visiones del baile con guiños a maestros de cada estilo. Nombres como Ramón Montoya, Antonio 'El Bailarín' o Antonio Mairena estuvieron presente en la memoria.

El baile al fin y al cabo sigue siendo un puntal de la expresión artística que está en continuo cambio, una espiral que hace nutrir el presente del pasado y el futuro del presente.

Coria contó para tal fin con el acompañamiento de Ana Morales, bailaora de gran nivel que consiguió acrecentar las estampas de belleza. La luz jugó un papel fundamental durante la obra, aunque lo predominante fue lo oscuro y el negro, siguiendo la moda.

Cuatro escenas convertidas en "Movimientos", el primero de ellos basado en los cantes de levante con la taranta, cartagenera, malagueñas y fandangos. Este final sirvió de enlace con el "Segundo Movimiento" en el que se mostró un gran número por tangos (del Piyayo y de Triana), garrotín y farrucas. Las manos de Rafael Estévez y Valeriano Paños en las coreografías se hicieron notar en el grado de delicadeza y refinamiento, a pesar de que al principio todo parecía un caos en el que David Coria y Ana Morales entraban y salían del escenario a su antojo. Luego nos dimos cuenta que estos cambios en escena formaba parte de esa espiral.

El protagonismo sin duda fue para el baile, el atrás no destacó precisamente por su calidad. Sin duda el "Tercer Movimiento" sí convenció. Morales se marcó una soleá con raza olvidando todo lo que no fuera estrictamente flamenco. Hizo lo mismo Coria cuando se sumó al número. Por último, nos deleitaron con unas sevillanas de la escuela bolera acaparando un legado casi olvidado, tal vez por su dificultad a la hora de hacerlas, a las que sumó dentro de su "Cuarto Movimiento" los fandangos (algunos de ellos 'alosneros') y la trilla.

Solos en Compañía

Espiral

Baile: David Coria. Bailarina invitada: Ana Morales. Guitarra: Jesús Guerrero. Cante: David Sánchez ‘El Galli’, Matías López ‘El Mati’. Percusión: Jorge Pérez. Día: 06 de marzo 2014. Lugar: Sala Compañía. Aforo: 3/4 de entrada. 

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