Rafaela Carrasco, por ser cambiante y siempre la misma
La bailaora y coreógrafa sevillana ha presentado en el Festival de Jerez un espectáculo de indagación sobre el proceso creativo y la inspiración
Imágenes de 'Creaviva' de la Compañía Rafaela Carrasco en el Festival de Jerez 2025
Rafaela Carrasco se enfrentaba en Creaviva a un proceso creativo diferente con respecto a sus últimos espectáculos. Acostumbrada a ir con un cuerpo de baile, esta vez se enfrentaba ella sola al escenario, acompañada únicamente de la música, con el cante de Gema Caballero y Antonio Campos y la guitarra de Jesús Torres y José Luis Medina. El punto de partida era seguir hurgando en el infinito espacio donde habita el proceso creativo, ese agujero negro en el que se cruza la inspiración propia del artista con las musas que bajan a hacer la visita.
La bailaora sevillana, Premio Nacional de Danza 2023, ha conseguido crear la atmósfera de una habitación propia llena de intimidad pero luciente al mismo tiempo. Había introspección pero no carga dramática, una soledad con mucho vuelo. Rafaela Carrasco ha bailado especialmente ligera y liviana, como flotando por el espacio. Tan liviana estaba Rafaela, que ha cantado -y muy bien- elevando con su voz aún más la propuesta.
Esta sensación corporal venía sostenida de manera muy acertada por la escenografía, con unos telares blancos con suaves ondulaciones en los que a veces se genera un sutil movimiento propio. Es importante recalcar estos detalles porque cuando se asienta y asimila el espectáculo es posible entablar la relación de partes con el todo. Nada es aleatorio. A esta ligereza también ayudaba la pátina de tonos celestes plateados que han envuelto en todo momento la obra, a través del vestuario de todos los integrantes, creado por Belén de la Quintana, y de las luces, una vez más planteadas con acierto por Gloria Montesinos. Coherencia y sintonía estética en todos los detalles.
En Creaviva Rafaela Carrasco ha transitado por varios estilos y coreografías que han permitido mostrar varios registros dancísticos de la sevillana, sin perder por ello en ningún momento su inconfundible aire. No es fácil impregnar de ese sello personal e intransferible cada movimiento, sea bailando unas alegrías o simplemente recorriendo el escenario. Como decía una buena aficionada a la salida del teatro, “Rafaela hace que lo difícil parezca fácil”.
Esta suite de nueve piezas ha tenido algunas especialmente evocadoras, como la de folclore acompañada por la percusión de Pablo Martín Jones. Es de agradecer la incursión de ritmos e instrumentos extrañamente vistos, como es el caso del pandero cuadrado. Un tándem mágico el conformado entre entre Rafaela y esta percusión de sonido ancestral, un registro más inusual pero sorpresivo y de gran belleza.
En esta sucesión de piezas cabe resaltar otra en la que Rafaela Canta canta, primero sin amplificación, mientras que avanza por el proscenio hasta llegar a un micrófono que cae desde las alturas. Una vez más, vemos elevación. Rafaela canta orientada hacia arriba y entonces su voz empieza a resonar en una polifonía envolvente. Al final, empieza el baile, con una atmósfera lumínica y sonora en la que Rafaela pone el cuerpo y la voz.
Hablando de voces, la dramaturgia de Álvaro Tato ha acompañado también este Creaviva con un recital en off de agradecimiento a todo lo que posibilita la danza, a todo lo que permite la creación y la evolución personal y artística. Gracias al olvido por dejarte ir, gracias al mar por tener otra orilla, gracias a la arena que cambia pero siempre es la misma, gracias a la luz, por ponerle una casa al mundo. Esta ha sido Rafaela Carrasco hoy, una bailaora cambiante con una raíz anclada al cielo.
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