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La crítica

La sustancia amarga de la Yerbabuena

  • El cante, protagonista en la vuelta de Eva Yerbabuena al Teatro Villamarta

Cuando un artista se mira tan adentro y cae en la introspección,  corre el riesgo de rozar la incomunicación y perder la capacidad de transmisión. Esa búsqueda, esa reflexión en voz alta que apuntaba Eva Yerbabuena, se queda en una idea tan subjetiva que por momentos resulta imposible asimilar. Por todo ello, muchos de los asistentes ayer a Villamarta, entre los que yo me encuentro, salimos del teatro un tanto contrariados por lo que Eva pretendía exponer.

En Ay! todo se mueve en torno a un clima de languidez donde predominan la oscuridad, las tonalidades apagadas y las situaciones íntimas y minimalistas que nos sumen en un ambiente tétrico y triste. El lenguaje utilizado es tan personal que todo se queda en un limbo incomprensible.

 

Parece como si la Yerbabuena a la que estamos acostumbrados a ver luchara contra su propia coreografía, estuviera atrapada por ella y claro está, nos resulta casi imposible verla como realmente es. La verdadera Eva aparece y desaparece con destellos, a veces se faja de su coregrafía y nos envuelve con su baile, con ese braceo sensual tan propio, con esa gestualidad, con esa gracia.... Pero, por desgracia, sólo son instantes fugaces como los que protagoniza justo al principio, cuando se gusta con la toná liviana de José Valencia, durante  el cierre del espectáculo por seguiriyas, haciendo uso del mantón, en el baile por tangos de Triana y en la original nana que José Valencia y el violinista Nazar Yasmytskyy interpretaron al son que marcaba la bailaora.  El resto del camino es sinuoso y con muchos rincones vacíos.

Eso sí, tiene su mérito lidiar sola ante el respetable durante casi una hora. Porque para eso a la granadina no le tiembla el pulso y es capaz de bailar hasta la extenuación sin descanso alguno, como demostró ayer, derrochando facultades a diestro y siniestro. Tonás, tangos, tarantos, nana y bulerías se van sucediendo con la artista sobre el escenario sin darse respiro. 

De la noche sobresalieron, aparte de la percusión de Antonio Coronel en la que la bailaora se apoyó bastante, los tres tenores con los que se arropó en esta ocasión. Es Eva una artista a la que le gusta rodearse de un elenco cantaor potente y ayer lo volvió a demostrar. Sin habituales como Jeromo Segura o Pepe de Pura, el protagonismo lo adquirieron Enrique El Extremeño, Juan José Amador y José Valencia, tres verdaderos tanques del cante, con gasolina y armamento suficiente como para tumbar al más pintado. Su maestría quedó patente en los tangos de Triana antes mencionados, donde se entrecuzaron letras que sirvieron para ver a una Yerbabuena fresca y gracil, a su aire.

No obstante, el momento más electrizante del espectáculo lo protagonizó Joselito Valencia. El lebrijano se plantó solo en el escenario para acordarse del Pinini y ejecutar unas cantiñas con ese brío y fortaleza que nos tiene acostumbrado. Delante de Paco Jarana, que le guardaba la retaguardia con solvencia, José moduló su voz, subió, bajó y atrajo los duendes. No le hizo falta ni sentarse ni utilizar el esquema clásico para ganarse al teatro. El público lo agradeció despertándole del letargo y despidiéndole con una sonora ovación.

Viéndolo fríamente, el cante estuvo de diez, pues minutos más tarde el Extremeño y Juan José Amador echaron mano de ese conocimiento enciclopédico de estilos y letras que poseen para efectuar un mano a mano por bulerías digno de oír y saborear.

El último arreón de Ay! nos descubrió a la Yerbabuena bailando por derecho, cosa que el público agradeció, y pintándonos escenas clásicas, rodeada de los tres cantaores, mientras, con mantón en mano, dibujaba figuras en el aire.

Baile

Ay! 

Baile: Eva Yerbabuena. Guitarra: Paco Jarana. Cante: Enrique El Extremeño, José Valencia, Juan José Amador. Violín: Nazar Yasmytskyy. Percusión: Antonio Coronel. Dirección, idea original y coreografía: Eva Yerbabuena. Creación y dirección musical: Paco Jarana. Diseño y realización de vestuario: López de Santos. Diseño Iluminación: Fernando Martín. Coordinación técnica: Manu Meñaca. Regiduría: Daniel Estrada. Responsable de vestuario: Gabriel Portillo. Producción y comunicación: María Molina. Distribución: Eva Yerbabuena. Día: 22 de febrero 2014. Lugar: Villamarta. Aforo: Lleno.   


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