Jerez

Alemania que te crió

Expositor del importador de vinos europeo Vinos Perea, de Logroño.

Expositor del importador de vinos europeo Vinos Perea, de Logroño. / pascual

Miguel es del Alentejo y estudió enología en Lisboa. En algún momento de su vida acabó en Alemania. Nunca había probado un vino alemán ni pensaba que los vinos alemanes tuvieran nada especial que les permitieran ese nombre. El primer sorbo de un riesling fue demoledor. Nunca había probado nada igual. No se trataba ni de mejor ni de peor, se trataba de original, se traba de otra cosa. Y era vino. "Si no me gustaran los vinos alemanes, no trabajaría con ellos", dice muy seguro. Miguel se estrenaba ayer como prescriptor en Vinoble, "un espacio fabuloso", en el stand que Vinos Perea tiene en la muestra. Perea es un importador de Logroño. Lo trabaja todo. Vinos de Alemania, Austria, Hungría, Portugal... Su mercado, explica la directora del mostrador, es un público que sabe, que está informado, que busca cosas diferentes. No se dedican a vender vinos en los supermercados, no se mueven entre los grandes distribuidores. Se mueven a tiro hecho. Funciona al parecer.

Y entonces Miguel, con amabilidad y paciencia exquisita, muestra a los neófitos sabores a los que por el sur no estamos acostumbrados. "Son grandes vinos, pero muy diferentes a los que el paladar español tiene por costumbre. Para mí, no hay duda de que el vino blanco alemán está entre los mejores del mundo".

Perea también tiene las esencias de los puttonyos, que es la unidad de un capacho de uva con botritis. Es la esencia, la máxima concentración de jugo. En definitiva, es una bomba en el paladar que los vinos del Este llevan tan a gala como aquí se santifica la propiedad mágica del velo de flor. Su resultado es tonificador.

Tan tonificadora como era la tónica que Jonathan Schweppe, el fabricante de bebidas carbonatadas de Ginebra, quiso colocar como refresco. Algo absurdo contando con que la tónica era eso, un tónico, una medicina, algo repugnante. Es curioso que Schweppe fuera de Ginebra porque su bebida acabaría entregándose a la ginebra. Historias tan curiosas como ésta cuenta Youssef Mrabet Fassi, que viene de ser maestro de los whiskies de malta y hoy es la apuesta de Fundador para describir las bondades de sus nuevos lanzamientos, un brandy, de dos y tres maderas, que vale tanto para lo espirituoso como para el trago largo. El Grupo Emperador , que conserva la esencia de una marca histórica, está haciendo maravillas en presentación como en sabor de un brandy envinado en oloroso que se puede probar casi como un vino. Si se consiguieron otros cócteles, muchos herederos de historias bélicas o de hazañas marinas, formas de evitar el escorbuto, es posible que la apuesta de Fundador no sea excéntrica partiendo de tan noble materia prima.

Mientras, Fátima tiene la tarea en el salón del Consejo Regulador de mostrar manzanillas de diversas procedencias. Ahí está el nombre de Gutiérrez Colosía, tradicional almacenista de El Puerto, impreso en una manzanilla con presencia. Vivimos en un momento del vino del Marco en el que todo es creatividad. Otra manzanilla lleva el "Apartada" en la etiqueta que se vende con Las Botas porque sólo se trabaja en seis botas. En esas seis botas se produce la experimentación de una manzanilla que sacude aromas de madera, mucho más que un refresco.

Hasta que te topas casualmente con un amontillado que lleva a gala la fecha de 1874, de bodegas Hidalgo. Largo lo fías. Embriaga la boca. El paladar tardará tiempo en recuperarse semejante chute de historia. Inolvidable viaje en el tiempo que acaba con el paseo y con la cata del novato. La boca pertence a ese sorbo de 1874 durante horas.

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