Álvaro Domecq | patrono de la fundación real escuela de arte ecuestre

“Cuando me fui, sabía que tardaría en volver a la Escuela, pero no tanto”

  • Tras 23 años alejado de la que considera su casa, ha vuelto. Lo hace sin querer ahondar demasiado en el pasado y con el convencimiento de aportar todo su conocimiento a la institución

Una imagen de Álvaro Domecq, junto a uno de los caballos de la Real Escuela.

Una imagen de Álvaro Domecq, junto a uno de los caballos de la Real Escuela. / Miguel Ángel González

Su presencia por cualquier zona de la Real Escuela es motivante. Jinetes, mozos, alumnos o personal veterinario, todos, reaccionan, muchas veces de manera intuitiva, al ver a Don Álvaro Domecq Romero (Jerez,1940), un emblema del caballo y por supuesto de esta institución. Hace ahora cinco meses, que pisó, 23 años después, las instalaciones del Recreo de las Cadenas. Lo hacía, amparado por el nuevo gobierno de la Junta de Andalucía, para volver a la que “siempre ha sido mi casa” y donde ahora, en su esperado regreso, disfruta como un niño en el Día de Reyes.

–Ha costado volver a casa...

–Sí que ha costado. A mí por lo menos, se me ha hecho muy largo. Sin embargo, cada vez que pasaba cerca de estas instalaciones, se me ponían los pelos de punta. Algo me decía que tarde o temprano volvería. Han pasado 23 años, pero bueno, aquí estoy de nuevo.

–¿Cómo fue exactamente su vuelta?

–Bueno, me llamaron para ir a hablar con los nuevos responsables del gobierno de la Junta, y en aquella reunión les expuse abiertamente mi deseo de volver. Hablé con Juan Marín, con Moreno Bonilla y con Ana Mestre, y me abrieron esa puerta que tanto tiempo llevaba esperando que se abriera. Lo aceptaron y al día siguiente estaba yo en la Real Escuela.

–(...)

–Para mí esto es un reto apasionante, me levanto soñando y me voy soñando. Es más, reconozco que todo esto me da la vida, por eso, quiero dar las gracias a los que me han dado la oportunidad de volver a abrir la puerta y entrar. Esta puerta nunca se debió cerrar, pero hubo alguien que sí me la cerró. Desde entonces he esperado la oportunidad de volver, y por fin ha llegado.

–En 23 años, ¿hubo algún momento en el que dudó o pensó en que no volvería más?

–Sinceramente no. Yo he sido fiel a esta institución. La conocí desde el primer día y sabía que tardaría en volver, aunque quizás no tanto. Realmente, no sé cómo podría yo contar lo contento que estoy.

–¿Fue muy duro dejar una institución que usted había creado y por la que tanto había luchado?

–Claro que sí. Me costó asimilarlo, no dormía. Fue muy duro, reconozco que me costó llanto, sudor y lágrimas, pero eso es pasado, aquí estoy y sólo pienso en hacer cosas importantes.

–¿Se ha tenido que morder la lengua más de una vez desde que se fue?

–He intentado estar al margen. Evidentemente, ha habido cosas que no he compartido, pero nunca he querido criticarlas. Lo que sí le puedo decir es que en el poco tiempo que llevo aquí, esto ha pegado un salto, porque la gente sabe lo que tiene que hacer, y hay que hacerlo.

Álvaro Domecq e Ignacio Rambla junto a Leszko, uno de los equinos con futuro. Álvaro Domecq e Ignacio Rambla junto a Leszko, uno de los equinos con futuro.

Álvaro Domecq e Ignacio Rambla junto a Leszko, uno de los equinos con futuro. / Miguel Ángel González

–¿En qué se parece aquella institución que dejó usted en 1996 y la que ha encontrado ahora?

–No mucho. Aún así, recuerdo que el día que dieron permiso para entrar, fue para mí como un día más, por un momento me dio la sensación de que el tiempo no había pasado. Fíjese lo que ha sido y lo que es para mí.

–¿Y cómo le ha recibido la gente, porque alguna queda de su anterior etapa y otra es nueva?

–He encontrado a una gente predispuesta, y eso es importante, empezando por el nuevo director, por Jorge Ramos, y terminando por jinetes y los alumnos. Todo el mundo está pendiente de mí, entonces, tengo que entregarme al máximo para que esto sea lo máximo.

–Las instalaciones que hay actualmente poco tienen que ver con las de antaño...

–Sí, las instalaciones son fantásticas, y además, el Recreo de las Cadenas en sí tiene mucho arte, y todos los sitios que hay, tienen un sabor fantástico de los antiguos dueños. Además, el hecho de pasear por los jardines o por el palacio es una maravilla.

–¿Cómo es su día a día en la Escuela?

–Bueno, llego muy temprano y lo primero que hago es mirar la orden que se ha hecho del día. Lo primero que hay que hacer es cumplirla bien y ahí se va buscando mejorar la calidad de los caballos y de todo general. Todos los días estoy en el picadero, y cada vez que voy allí, o bien a dar una clase o bien a ver, es una cosa impresionante, por los extraordinarios caballos que hay, por los jinetes y también por todos esos alumnos que vienen con la intención de aprender equitación, eso es algo muy bonito. A mí lo que me encanta de esto es que todo el mundo habla de caballos.

–¿Qué retos se ha fijado para esta segunda etapa?

–Vamos a mejorar los caballos, la equitación y empujar a todos estos jinetes que ya están y los que vienen. Yo, por ejemplo, ahora me siento a ver los espectáculos cada semana, y cada día los mejoramos y corregimos algo.Tenemos también la posibilidad de viajar por todo el mundo. Yo ya he estado, y como decíamos antiguamente ‘caballos y jinetes con ganas de piafar por todo el mundo’ y volveremos a piafar. Mi idea es volver a todos los antiguos sitios donde fui, porque de hecho, ya me están llamando. Al principio, con mi escuela viajé porque lo necesitaba, y ahora pasa lo mismo. Creo que la doma que se hace aquí tiene que ser conocida a nivel internacional. Nos prepararemos para hacer una maravillosa equitación por el mundo.

–Habla usted de mejorar los caballos, ¿cómo se consigue eso?

–Bueno, ahora que hay tantos ganaderos, deberían de venir aquí porque aquí se doma un caballo mejor que en ningún sitio de España. Muchos de esos ganaderos con el tiempo se alejaron de la Real Escuela, no sé por qué, pero ahora me gustaría recuperarlos, y me consta que están dispuestos a colaborar, porque para ellos también será un aliciente. En mi anterior etapa costaba mucho encontrar caballos, pero ahora no. Mi idea es buscar a los artistas, esos caballos diferentes. De cualquier forma, cuando me fui, dejé aquí caballos buenos, y ahora están naciendo las crías. Estoy convencido de que vamos a tener un gran éxito y conseguir supercaballos.

–Hay gente que opina que a nivel formativo, la Real Escuela ya no es lo que era, ¿qué piensa usted?

–No estoy de acuerdo. Creo que los alumnos y jinetes que vienen aquí y terminan los cursos, se van muy contentos porque aprenden una gran equitación. Es más, creo que cada año se va mejorando, y después, nosotros estamos muy contentos porque todos esos jinetes que salen cada año, pueden trabajar en cualquier lado. Los jinetes que salen de aquí están a la altura de los mejores.

–¿Cuándo cree que se verán los resultados de la Real Escuela que usted quiere?

–Espero que en seguida. Aquí está todo el mundo nervioso para ir adelante. Como he dicho, ya estamos mirando potros para que se puedan domar, pero también hay caballos aquí que tratándolos bien, se les puede sacar mucho partido.

–¿Le sorprendió la acogida que tuvo la noticia de su vuelta a la Real Escuela?

–La verdad es que sí, he tenido muchísimas llamadas. A lo largo de todo este tiempo, ha habido mucha gente que me lo decía, que tenía que volver, y ahora que ha llegado el momento, he recibido llamadas de muchísimas personas, jinetes, amigos, personas del mundo de la equitación...Les estoy muy agradecido.

–¿Sabría vivir sin el caballo?

–Sinceramente, no. Yo soy un apasionado de la equitación y de su estudio. Mire, mi padre, cuando yo estudiaba en el colegio, me mandó un caballo, cuando me fui a Madrid, ya me mandó dos. Entonces, yo estaba buscando montar cada día. Además, he sido un hombre de campo, he sido un hombre del toreo, porque he toreado mucho...Siempre he estado ligado al caballo, el caballo es lo máximo para mí. Ahora ya no monto como antes, pero el hecho de venir aquí temprano y trabajar codo a codo con los jinetes es algo muy grande.

–Antes habló del mundo del toro, le sigue apasionando....

–He vivido mucho tiempo con el toro, en mi casa siempre ha habido afición y yo la tengo. Me encanta un toro bravo, porque es un animal impresionante. Habitualmente veo muchos toros y sobre todo, cuando los crío y salen buenos, pues es una gran satisfacción.

–¿Y del rejoneo, qué opina?

–Bueno, ha cambiado de ritmo. En mi época tenía un ritmo más fuerte, los toros eran más peligrosos, y hoy, hay grandes rejoneadores, pero se ha bajado el listón de la bravura. Si yo volviera, a lo mejor me sentiría fenómeno con esa placidez, pero el toro es una pasión y como pasión que es, hay que tratarlo fuerte.

–La saga Domecq en el rejoneo parece que tendrá continuidad con Pablo Domecq...

–Bueno, está terminando sus estudios, pero tiene ganas. Yo tengo 20 sobrino-nietos, niños y niñas, y todos montan a caballo. Eso me encanta porque viven la pasión del caballo y eso es muy bonito. Luego, serán lo que quieran ser, pero todos ellos están dentro de ese mundo.

–Para ir finalizando, ¿se volverán a repetir aquellos éxitos olímpicos en la Doma?

–¿Por qué no? Yo estoy convencido de que sí se puede hacer. Mi intención es visitar a muchos ganaderos para que vuelvan a colaborar con esta institución, y de ahí saldrán caballos artistas. La equitación que hicimos en su día, y que gustó tanto a la gente, se puede repetir, porque además es bueno para la cría caballar.

–¿Aprovechará Jerez alguna vez el recurso económico del caballo?

–Yo confío en que sí, aunque debemos ser más constantes, porque de pronto hay etapas muy brillantes y luego hay otras que se pierden. Aún así, creo que aquí hay mucha gente que vive del caballo, aunque debería ser más.

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