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Síndrome de asperger

Asperger, el síndrome invisible

  • La Asociación Asperger Cádiz, con sede en Jerez, ayuda a que estas personas vivan en sociedad.

"Yo invito a que nos conozcan porque aunque seamos diferentes, es importante que las diferencias no nos separen", afirma Beltrán, un joven de 21 años que asiste al Programa Laboral de la sede jerezana de la Asociación Asperger Cádiz. Con motivo del Día Internacional del Síndrome de Asperger, que se celebró el pasado jueves 18 de febrero, Beltrán reflexiona sobre el trastorno que afecta no sólo a él, sino a muchos ciudadanos en nuestra provincia. Manu, otro de los integrantes de este programa, por su parte, cree que "la mayoría de la sociedad ve a las personas con síndrome de Asperger con miedo y desconfianza. Aunque interiormente tengamos nuestras diferencias, somos iguales a los demás".

Mayor sensibilización es lo que reclaman los socios de esta asociación, fundada en 2005 ante la necesidad de atender a las personas que padecen este síndrome. Actualmente tienen sede en Cádiz, Algeciras y Jerez, y desarrollan diversos programas para ayudarlos a adaptarse al entorno y vivir en sociedad. "Ellos no padecen una enfermedad, es un trastorno, un síndrome invisible. Quieren relacionarse, pero en un principio no conocen las herramientas necesarias para hacerlo dentro de los estándares sociales", señala Begoña Rodríguez, trabajadora social de la asociación.

Aprender a procesar los estímulos de carácter social como la mirada y la inflexión de voz, o la comprensión e identificación de convencionalismos y la intencionalidad de la conducta de las demás personas, son algunos de los asuntos que trabajan semanalmente en los programas de habilidades sociales, ocio, y laboral, enfocado únicamente a los adultos. La asociación también imparte una escuela de familia donde trabaja con padres e hijos, y la psicóloga, Yolanda Amar, ofrece atención psicológica puntual.

El Programa Laboral es el primer año que se lleva a cabo y de momento sus integrantes están encantados. "Estoy aprendiendo cómo cumplimentar un currículum, cómo actuar en las entrevistas de trabajo, cómo relacionarme en el ámbito laboral. También me llevan de visitas a las empresas", cuenta Beltrán, quien además de asistir a este taller está cursando el grado superior de técnico superior de Administración y Finanzas. Roberto, otro de los alumnos, finalizó el grado medio de cocina y actualmente está aprendiendo programación de páginas web. El Ayuntamiento de Jerez, además de haberle cedido un piso a la asociación para impartir los talleres, tiene previsto ofrecer unos puestos de prácticas en sus instalaciones para los miembros del Programa Laboral. A Manu le interesa acogerse a una de estas vacantes y poder poner en práctica lo aprendido en el grado de jardinería, viverista o carpintería.

"Este síndrome afecta con diferente intensidad a cada persona. El diagnóstico preciso se hace a partir de los 6 años, pero esto no significa que si el diagnóstico es tardío no se vaya a progresar con rapidez. Depende totalmente de la persona", afirma Sebastián Guerrilla, psicopedagogo de la asociación. Es el caso de Manu, que fue diagnosticado a los 30 años.

Para algunos de ellos no es tarea fácil practicar en el colegio lo aprendido en los programas de habilidades sociales, donde tanto compañeros como profesores a menudo desconocen su realidad y los tachan de 'niños maleducados'. Para evitar este tipo de situaciones, los especialistas de la Asociación Asperje Cádiz dan charlas a los compañeros de clase de los niños en cuestión, imparten cursos de formación para el profesorado y actúan como intermediarios con los tutores.

"Una de las cosas de las que estoy más orgulloso es de haber conseguido ser el carismático, tanto con los profesores como con mis compañeros", señala Beltrán. Manu sueña con encontrar un trabajo que le permita independizarse y en un futuro, abrir su propio negocio. Todos trabajan muy duro cada día para superar los retos que les depara la vida, siempre con el apoyo de su familia. El síndrome de Asperger no les impide vivir con normalidad, tan sólo les sitúa la meta un poco más lejos.

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