Barbeito, el hombre de campo

a pie de campo

Barbeito, el hombre de campo
Barbeito, el hombre de campo

08 de abril 2010 - 01:00

El caso es que el Gobierno central, una vez más, ha olvidado a los camperos y ha articulado unas ayudas para paliar los daños de reciente temporal basándose en el Real Decreto de 2005 que, casualmente, no contempla ayudas para el sector agropecuario. Es verdad que la lluvia es un fenómeno caprichoso pero es imposible que moje en el mismo término municipal a las ciudades y deje secos los campos. ¿Dónde se ha visto eso?

Orgullo de ser de campo. Tras la resaca de Semana Santa tan sólo una reflexión, hay que engallarse por tener entre los andaluces a plumas como la de Antonio García Barbeito. Todos los hombres y mujeres del campo que hayan tenido la ocasión de escuchar o leer acerca del pregón de Semana Santa de Sevilla oficiado por el contertulio de Herrera en la Onda se han tenido que removerse en sus asientos y sentir un pellizco grande en sus estómagos.

Barbeito, con locuaz sencillez, ha mostrado su orgullo de ser campero, de venir del campo y, tanto en su pregón como en la entrevista emitida por Canal Sur en Ratones Coloraos, ha dejado claro que sus raíces se insertan en la tierra, una tierra fértil, útil y cuajada de frutos.

Merece la pena acceder a su intervención, merece la pena escuchar como este sevillano mece las palabras con voz de radio antigua y como se refiere sin nombrarlas directamente, a las cualidades que tienen los del campo, los camperos.

El amor y el respeto a los mayores, se dedujo de las líneas que en su pregón dedicó a la muerte de su padre con la sensibilidad de Jorge Manrique y con el mismo apego a las tradiciones que los antecesores pasan a sus hijos, "larga agonía de un honrado hombre de campo", expresa el de Aznalcóllar. Este efecto ocurre en la mayoría de los camperos que viven la senda de sus padres, compartiendo, en la mayoría de los casos, grandes recorridos de hermandad gracias a la longevidad que tienen los del agro. Así durante muchos años maman de sus padres todos los entresijos de la tierra, su crudeza y sus alegrías y se les colma el alma al compartir los desvelos con esos mayores que siempre van por delante, que ya han vivido lo mismo y que han sobrevivido.

El encuentro de los grandes dones en las cosas pequeñas, se desprende de las conversaciones que Barbeito dice mantener con su "Dios agrario" y, en concreto, en frases como: "Yo a Dios lo tuteo en el trigo y el río que pasa […] Allí lo siento más cerca de su origen -un portal, un pesebre, una mula, un buey, el campo abierto…"

Sólo estas líneas para mostrar el agradecimiento a la voz de un campero, que siente orgullo del campo, que tiene los valores del campo y que transmite la sencillez de la gente de bien. Cuánta falta le hacen a los despachos y a las ciudades más hombres de campo como Barbeito.

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