La banda de Cásper ocultó en Jerez automóviles de lujo robados

La Policía lleva años detrás del grupo criminal al que pertenecía el jerezano Juan Miguel Ortega, que apareció muerto en extrañas circunstancias en la calle Fate

Un coche se dispone a entrar en la calle Fate, donde murió el miembro de la banda de Cásper.
Un coche se dispone a entrar en la calle Fate, donde murió el miembro de la banda de Cásper.
R.d. / Jerez

16 de agosto 2009 - 01:00

La banda de Cásper (el enemigo público número 1 de la Policía) tuvo en la ciudad más lazos que la simple pertenencia a esta peligrosa organización criminal de Juan Miguel Ortega Sánchez, jerezano de 47 años, ( uno de los lugartenientes de Ángel Suárez alias Cásper), que fue hallado muerto en la calle Fate el pasado día 30 de julio. Su muerte, para nada accidental, se sigue investigando y bajo secreto de sumario.

Esos citados lazos se remontan a cuando la Policía intervino a a banda de Cásper varios coches de lujo sustraídos en distintos países de Europa, que la banda escondió en el aparcamiento subterráneo de la plaza del Mamelón durante varios meses. Aquel caso se produjo a principios de esta década, recuerdan veteranos miembros de la policía judicial de Jerez, y logró sacarse adelante después de detectarse a Ortega en la ciudad a la que acudía con cierta regularidad. La Policía halló esos coches debidamente 'maquillados' (alterados sus números de bastidor y motor para no ser detectados) y logró tras varias semanas de investigación devolvérselos a sus legítimos propietarios. Los investigadores no descartaron que algunos de los coches hubieran sido empleados para alguna actividad delictiva de la poderosa banda de Cásper, ya que ésta nunca ejecuta sus golpes con automóviles de su propiedad: otra manera de no dejar pistas a las fuerzas de seguridad.

Ortega, cuya muerte sigue siendo investigada, era uno de los capos de Cásper. Como se señala, viajaba a la ciudad con regularidad donde se alojaba en hoteles de cinco estrellas e incluso se llegaba a tomar su cervecita en La Moderna con antiguos compañeros de la barriada o de colegio, apuntan algunos de ellos. El elevado tren de vida caracteriza también al temible Cásper.

Para la Policía, Ortega era un peligroso especialista como gran parte de los miembros de la banda: planificaban los golpes casi como acciones de comandos militares bajo el lema, real o leyenda urbana, de que "no es lo que te gastes (en material sofisticado para perpetrar sus golpes más sonados), sino lo que puedas conseguir". Como se sabe, hasta Esther Koplowitz fue víctima de uno de los golpes más audaces de la banda. Incluso se sospecha que Ortega se hizo pasar en alguna ocasión por empleado de Telefónica, con su mono de trabajo y todo, para comprobar los sistemas de alarma de los establecimientos que luego desvalijaban. Su interés por la tecnología mal aplicada (como dicen antiguos amigos suyos de Jerez) era tal que hace ya veinte años llevaba un scanner de frecuencias de radio en su automóvil para captar las transmisiones de las fuerzas de seguridad. Todo un elemento, resumen miembros de la Policía, aunque en Jerez no se le conocían actividades delictivas en los últimos años.

Estas historias de Cásper y Ortega no esconden que el segundo murió de manera violenta en julio. La Udev sigue investigando el caso. Él mismo había dejado caer en sus ambientes más íntimos y cuando se ponía demasiado "calentito", dicen círculos próximos a él, que temía acabar de mala manera. Como ya señaló este medio, muchos de sus compañeros fueron asesinados o murieron en extrañas circunstancias.

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