Regreso de El Cristo a San Telmo

Culminada la espera de todo un barrio a su Cristo de la Expiración

  • La hermandad del Viernes Santo volvió, tras más de tres años de espera, a la ermita de San Telmo

  • La procesión estuvo acompañada en todo momento por un gran número de cofrades

Salida del Cristo de la Expiración hacia la Ermita de San Telmo

Más de tres años ha durado la espera. Ocurrió en mayo de 2015 y Jerez también se echó a la calle con motivo de aquel traslado que llevaría a las imágenes de la hermandad de San Telmo a la iglesia conventual de San Francisco. El Cristo de la Expiración es una de las imágenes más ‘taquilleras’ de la ciudad. Y es normal si se tiene en cuenta que decir el Cristo es decir Jerez. De ese Jerez de las esencias y de la solera fina.

El Campillo ayer andaba de fiesta. Tres años, tres, ha durado la espera ¿Podría haber sido en un parihuela y a primera hora de la mañana? Por supuesto que sí. Sin embargo, ya en una entrevista publicada en este periódico hace meses, monseñor Mazuelos Pérez afirmaba que el Cristo debía de volver tal y como mandan los cánones de su idiosincrasia.

Por tanto, el palio para la Señora del Valle que iba perfectamente vestida por el genial Fernando Barea. Palio para el Valle y vela marinera para el Cristo en este traslado de vuelta. Y con San Juan, que es como un mancebo guapo al que querrían esposar todas las mujeres del Campillo con sus hijas. Así que nadie se asuste si fueron más o menos vueltas para un traslado. Que son tres años, tres. Y el barrio ya no sabía qué uña morderse de tanta espera.

A las seis de la tarde partía la comitiva. Reseñar que hubo un número de hermanos pequeño acompañando a la hermandad si se tiene en cuenta su alta nómina. Muchos niños alumbraban el sendero del Salvador del mundo. Pocos nombres históricos en las filas. Nombres que también son el reflejo de esta gran hermandad y han escrito páginas de gloria. Por tanto, pocos cirios de tacón.

El Cristo salió pronto de San Francisco. La representación perfecta de un Mesías que parece adivinarnos ya la fuerza de su Resurrección en esa cruceta de plata que es una de las muchas joyas de la hermandad. Se estrenaron marchas nuevas a las puertas del convento franciscano mientras parecía que la Virgen del Valle le decía un “hasta luego” a tanto cariño puesto por la fraternidad franciscana en estos años de convivencia.

Representaciones

Destacar las representaciones con guión de las hermandades cercanas: el Nazareno, el Prendimiento, la Coronación, la Exaltación, las Cinco llagas, el Consuelo, el Cristo del Amor, la hermandad de la Yedra, Amor y Sacrificio, la hermandad de la Salud de San Rafael que también ocupaba sitio. Quizás alguna más.

Una vez en la calle, la Santísima Virgen buscaba el sendero que la llevaría hasta la basílica del Carmen donde las dos adveraciones marianas y marineras se darían la mano tras sellar la filial de confraternidad que les unirá para siempre. Ya de vuelta a casa, la hermandad buscaba la plaza de la Asunción donde el Consistorio también tributaría sus respetos a tan gran hermandad.

Y tras despedirse del centro de la ciudad, la procesión fue buscando el barrio donde todavía quedaba otro encuentro emotivo. Las dos Reinas del barrio se encontrarían en la Plazuela. Esperanza de la Yedra y María Santísima del Valle. Coronadas por el arraigo de su devoción. Un encuentro envuelto en la noche que subió aún más si cabe la belleza de ambas imágenes de la Virgen María.

Ya en Cerrofuerte la hermandad llegó a los tuétanos del barrio. Y se cantaron salves, y se rezaron plegarias y sonaron las saetas desde la peña La Bulería. Y así fue cómo un barrio esperó tres años, tres, para recibir a su Cristo de nuevo.

Mucho se ha hablado sobre si el Cristo de la Expiración se quedaría para siempre en San Francisco. Hubiera sido como si a un rey le trasladan el cetro al otro lado del mapamundi. O como si se pudiera trasplantar la amapola más hermosa de una pradera en la cumbre de un peñasco. Pues eso mismo. Que el Cristo es el Rey del Universo, pero su trono y su reino estarán para siempre en las marismas de San Telmo.

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