Cuentos chinos

A pie de campo

Cuentos chinos
Cuentos chinos

12 de abril 2012 - 01:00

Es de chiste, dicen las revistas especializadas que a los chinos se les ha metido en la cabeza copiar los jamones ibéricos e incluso hay una marca que ha intentado comerciar con el nombre de 'Jabugo'. A las trincheras…

Ya hace seis años un empresario del sector porcino comentaba que los orientales no dejaban de hacer excursiones por las fincas de Andalucía pertrechados con sus cámaras de fotos y haciendo multitud de preguntas técnicas, tomando datos en sus ordenadores y con un afán investigador cuanto menos sospechoso.

De hecho el productor comentaba que era preocupante que hicieran tantas preguntas y que "ya se sabe que cuando un chino se pone a copiar, se pone". Decía que era mejor ponerlos delante de un plato de jamón que enseñarles las explotaciones porque "a ver si nos copian y la liamos".

Esto que pareció una anécdota comienza a tomar cuerpo y las editoras especializadas ya han llevado a las portadas la cuestión de si la dehesa, reino de los cochinos, se puede imitar en el país oriental y si uno de los productos estrella de Andalucía es capaz de cruzar las fronteras en forma de esperma para ir creando prole. Definitivamente, no.

A ver cómo se las apañan los chinos para crear un lujo como las dehesas mediterráneas, por no hablar de que no tiene lógica que se queden con un nombre que va indisolublemente unido e históricamente arraigado con nuestra península. Si lo consiguen, Dios no lo quiera, que le llamen cochinochino o algo similar, ibérico, no.

Es necesario proteger lo nuestro, e impedir que los listos de turno se pongan a producir España masivamente deteriorando marcas y denominaciones de origen que ha costado muchos años y esfuerzo sacar adelante.

Un ejemplo de poca gracia ha sido Sarandonga, el rebujito granadino que se ha apropiado por la cara de términos propios del Marco de Jerez. Oleeeeeeeeeeee.

Es verdad que el empresario ha sido inteligente en hacer un producto que demandan los clientes y poner en marcha el mundo publicitario para que todos los feriantes tengan ganas de entrar en el albero con la botellita puesta, pero así, no.

Ya está bien de cuentos chinos.

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