Cupones que despiertan los sentidos
La Fundación Príncipe de Asturias ha concedido a la organización el Premio a la Concordia por su "extraordinaria labor" Testimonios de afiliados en Jerez le ponen cara a la entidad
"En atención a una extraordinaria labor que, durante más de tres cuartos de siglo, ha realzado la dignidad y calidad de vida promoviendo la integración social de millones de personas con discapacidad en España, sirviendo así de ejemplo a numerosas iniciativas internacionales que han seguido esta valiosa experiencia". Con estas palabras, la Fundación Príncipe de Asturias ha querido reconocer la labor de la ONCE, concediéndole este año el Premio a la Concordia.
El 13 de diciembre de 1938, nació una organización que abría sus puertas a las personas ciegas. Inmerso el país en una guerra civil, un decreto gubernamental daba fe de este alumbramiento y otorgaba a la Organización Nacional de Ciegos la explotación, para su digno sustento, del denominado cupón 'prociegos', cuyo primer sorteo se celebró el 8 de mayo de 1939.
Un año antes de los primeros pasos de la ONCE, nació Pedro Vázquez González, el afiliado más antiguo de la organización en Jerez. Acompañado por su bastón y su querida esposa, Pedro recuerda como con sólo tres años, un día se acostó en su cama "normal" y se levantó sin ver, "unas calenturas me provocaron la ceguera". Años después, su familia le ingresó en la ONCE y tras soplar las velas de su décimo cumpleaños entró en el colegio de la organización San Luis Gonzaga, en Sevilla: "Allí lo aprendí todo". "La verdad es que era muy divertido. Me enseñaron braille, los profesores nos llevaban de excursiones, jugábamos al fútbol..., se pasaba bien", relata Pedro.
A los 18 años empezó a vender cupones y "al principio no se atrevía uno ni a pregonar -dice entre risas-. Antes, andábamos por ahí, no es como ahora que se tiene su sitio, su quiosco. Antes, tú recogías los cupones y te ibas a donde podías, bien por la plaza de abastos, la calle Larga..., por todos los sitios que se pudiera". Al principio acompañado por su hermano, Pedro recorría la ciudad vendiendo los primeros cupones de tres cifras. "Uy, con esos cupones repartía premios casi a diario, pero entero, entero, nunca. En esos tiempos, tocara lo que tocara era bueno..., quizás como ahora", declara el afiliado.
Recordar que por aquel entonces los cupones constaban de tan sólo tres cifras, los sorteos eran provinciales y la gestión de la institución estaba en manos en buena medida de la Administración del Estado, que nombraba al máximo responsable denominado 'jefe nacional'.
"Todo ha cambiado mucho y a mejor. Al principio uno pasaba frío, calor, te empapabas con la lluvia..., ahora hay más seguridad. Y sobre todo han cambiado los cupones, porque ahora uno se hace un lío con tantos sorteos", señala el vendedor, hoy ya jubilado.
Lo cierto es que la ONCE le ha dado a Pedro su formación y su familia. Antonia Sánchez, su mujer, recuerda 'su' historia: "Éramos vecinos y lo veía todos los días porque siempre le compraba, pero él estaba con su madre y yo con la mía, y no nos echábamos cuenta. Cuando nos quedamos solos, yo seguía llevándome mis cuponcitos y una vez me dijo 'ven todos los días aunque no me compres'. Y digo, ya llevamos 17 años casados".
"¡Yo qué te puedo decir de la ONCE! Si no hubiera sido por la organización no sé que hubiera sido de mí y de tantos otros, ¿dónde estaríamos? ¿Qué hubiéramos hecho?", pregunta Pedro.
La larga trayectoria de este afiliado en la gran familia de la ONCE contrasta con los primeros contactos de la afiliada con menos tiempo en la organización en Jerez, Marta Rosa Álvarez. Esta joven de 18 años y estudiante de Trabajo Social entró a formar parte de la ONCE hace menos de dos meses. Sin embargo, en este corto periodo de tiempo, Marta ya se siente arropada, acompañada y motivada. "Tenemos a un profesor para cualquier cosa, es el que hace de intermediario entre la Universidad y yo. Por ejemplo, por estar aquí, me dan un tiempo extra en los exámenes, me informan de becas, de ayudas..., me informan de todo. La verdad es que toda la gente me han parecido muy buenas personas", reconoce Marta.
Con un 65% de discapacidad de visión, la jerezana declara que no se podía ni imaginar la cantidad de servicios que presta la organización para sus afiliados, desde asesoramiento en los estudios como preparando excursiones en grupos. No es la única que está contenta con su ingreso en la ONCE. La familia de Marta también está encantada con las nuevas compañías de su hija, de hecho, su madre reconoce que "hay que contar con ellos, y la verdad es que me quedo más tranquila si tiene este apoyo, lo veo estupendo. Marta tiene a su familia, a su pareja, a sus amigos, pero hay necesidades que no las podemos cubrir nosotros y la ONCE, sí". "No he sido nunca una persona reprimida por mi discapacidad. En 2º de Bachillerato terminé con matrícula de honor, me costó mucho, pero lo conseguí. Pero me he dado cuenta de que la ONCE lucha para que todo el mundo tenga las mismas oportunidades, que estemos en igualdad de condiciones y eso se agradece y lo valoro muchísimo", declara Marta.
Pocas personas conocen tan bien la ONCE en Jerez como Luis Carlos Sáez Lalana. Su padre fue delegado de la organización durante años en la ciudad y él ha crecido al mismo tiempo que ha crecido la entidad. "Yo nací en la ONCE, así es. Jugaba en sus pasillos, era el más chico y el más mimado", recuerda. Su vida ha estado ligada desde el primer minuto a la organización y para él, hablar de la ONCE es hablar de evolución. "Antes era todo a base de pautas, escribir en braille, grabar las clases, estudiar a base de oído... Ahora la electrónica, el mundo digital nos facilita muchas cosas. También se ha evolucionado mucho en temas laborales, ha habido un gran cambio en la seguridad laboral que tienen ahora los vendedores, porque al principio estaban un poquito dejados de la mano de Dios", señala Luis Carlos.
Y todo gracias al cupón. "El cupón es mucho más importante de lo que la gente se puede creer. No es sólo la fuente para pagar nóminas, sino que su venta revierte en los servicios", informa Sáez Lalana. Para los afiliados, los servicios de la ONCE son el 'corazón' puro y duro de la organización. Ayudas a nivel de enseñanza, de formación profesional, de seguimiento escolar, de adaptación a un puesto de trabajo; revierte también en investigación en temas de accesibilidad, tecnología..., "todo lo que pueda necesitar una persona a la que le han detectado una discapacidad visual, se engloba aquí. Todo se nutre de la venta del cupón, hasta la educación de los perros guías".
Uno de los últimos pasos más importantes de la ONCE es la rehabilitación para sus afiliados. Luis Carlos relata que gracias a este servicio "se le puede ayudar a una persona con ceguera total o con resto visual a potenciar el resto de los sentidos". Usar el bastón, aprender a cocinar, a realizar las tareas de la casa..., con la rehabilitación de la ONCE "se puede aprender todo que permita facilitar la vida a la persona ciega".
El sentir general es que, como dice Pedro, "todo el mundo sabe lo que ha logrado y sigue logrando la ONCE. España con organizaciones, personas así está salvada, así que ya era hora de que le reconocieran su labor".
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