"Dejas de sentirte como una persona"
Campaña de cáritas a fvor de los 'sin techo' Testimonios
En el Día de las Personas sin Hogar, algunos afectados cuentan cómo lograron salir de la calle gracias a Cáritas Diocesana, al albergue y al centro de día de 'El Salvador'
"No te sientes persona", es lo primero que se le pasa por la cabeza a Jamal Ahbboud, de 21 años, cuando recuerda, nervioso, cómo se sintió durante los meses en que la calle se convirtió en su nuevo y obligado hogar. No cabe duda que le cuesta evocar los momentos en los que "era diferente", cuando "se sentía sucio" y la gente le miraba mal "por llevar otro tipo de ropa". Fue gracias a una señora, que paseaba su perro y le encontró mendigando en una calle de la ciudad, por la que terminó oyendo hablar de un sitio que no conocía y posteriormente terminaría cambiándole la vida: el centro de día 'El Salvador'.
Se trata de un punto de encuentro, dirigido por Ana Castro, para todas las personas que por circunstancias de la vida no tienen acceso a una vivienda personal. El centro trata que estas personas sean reinsertadas en la sociedad, para lo que ponen a su disposición todo tipo de talleres, ayudas, y terapias posibles a través de un grupo de educadores y psicólogos que llevan el seguimiento personal de cada caso. El tiempo de permanencia varía según el tipo de meta que cada persona se establezca. Para Ayoub Tarsouli, por ejemplo, han bastado 15 meses. Se trata de un marroquí de 20 años que ya ha visto completado su ciclo en el centro de día y gracias a él, sale al mundo laboral con prácticas en un reconocido hotel en su currículum y está a la espera de la concesión de un piso propio. Según Ayoub, todo es "gracias a las técnicas aprendidas aquí, aunque también tienes que poner mucho de tu parte. Te enseñan a comportarte, cómo mostrar correctamente tus sentimientos, a ser responsable de ti mismo... Te enseñan a ser persona".
Cada una de las quince historias que llenan este centro compite con la anterior en tragedia e infortunadas casualidades. En algunos casos, a consecuencia de segundas personas que se aprovechan de situaciones como la de Brahi Bouchared, un marroquí de 32 años a quien su jefe le dejó tirado, en el sentido más literal. Trabajaron mano en el montaje y desmontaje de ferias de pueblo durante varios meses. Tras recorrer Cataluña, Valencia y Madrid le informaron que la próxima era la Feria del Caballo, una festividad bastante sonada a nivel nacional. Su sorpresa fue cuando junto al Hontoria se quedó, con una mano delante y otra detrás. Y el sobre con el sueldo del mes en ninguna de ellas. En un principio llegó a 'El Salvador' pidiendo algún tipo de asesoría para conseguir un billete con el que volver a su país, aunque llevaba fuera de él 10 años, era lo único que se le ocurría, ya que "no tenía, ni tengo papeles". Enseguida el equipo de Ana Castro se puso en marcha para solucionar esta situación, en la que se encuentran la mayoría de chicos que pide socorro en el centro. Ahora, sus metas han cambiado. Con el procedimiento de su nacionalización aún en espera de tramitación, lo que quiere es encontrar un trabajo aquí, en Jerez. Tras conocer el funcionamiento y tratamiento del personal dirigido por Castro, y disfrutar del albergue municipal, espera conseguir al menos un precontrato y poder terminar de desarrollar el proceso completamente, "pero quedándome aquí".
Sin embargo, hay otras ocasiones en las que cruzarte con la persona adecuada puede salvarte de una racha de adversidades. Mustafá Sidki, llegó desde Marruecos 'de estrangis' en uno de los barcos con destino España, y tras vivir en la calle más de 3 meses, estuvo inscrito en dos centros de menores distintos, en Algeciras y Sevilla. Finalmente terminó en un centro de reforma en Puerto Real, donde a los 19 años le dieron "la libertad vigilada", en la que se dispone de un educador que hace un seguimiento personal. Aunque en su caso, este educador se implicó más de lo normal, ya que Mustafá incluso estuvo viviendo en su casa en El Puerto mientras le ayudaba a conseguir los papeles de la nacionalidad. Durante el proceso, buscando por internet vieron en el centro de día 'El Salvador' una buena oportunidad para seguir preparándose y tener la oportunidad de conseguir formar parte de la sociedad. Hace sólo un mes que es padre de un niño, al que ve "cuando puede. Por ahora, sólo los fines de semana, ya que su madre es de El Puerto". Sólo tiene palabras de agradecimiento para lo que ha conseguido gracias a Ana Castro. "Aquí te ayudan a tramitar tus papeles, te educan, haces cursos... Incluso en mi caso, me proporcionan el dinero necesario para poder ver a mi hijo los fines de semana, mientras encuentro una trabajo para poder permitírmelo yo".
En otros casos, no es un hijo, es un sueño lo que te hace tener la fuerza necesaria para afrontar tu situación. El sueño de Othmane Bouleya es el cante. "Canto flamenco en árabe y español. A veces, incluso me confunden con un gitano de pura raza". Vino a parar a Jerez a causa del divorcio de sus padres en Granada, tras el cual, se quedó en la calle. "Gracias a Tuenti, conocía a una amiga que vivía aquí, así que me vine a ver si podía encontrar futuro. Me ayudó en todo lo que pudo, no mucho, porque era muy joven". Fue la madre de esta amiga quién le habló del Albergue Municipal, y de ahí fue a parar al comedor de 'El Salvador'. Ahora, asentado y con el estómago lleno, sólo piensa en cantar y "tener la oportunidad de darme a conocer en la música".
Aunque la mayoría de personas que integran el centro de Castro son inmigrantes sin trabajo que persiguen conseguir la nacionalidad, también hay adictos que lo utilizan como proceso intermedio hasta llegar al centro de desintoxicación. Roberto Picardo es un gaditano de 43 años que llevaba 2 años y medio sin consumir. Bastó que le echaran de su trabajo en Cádiz para que volviera a caer en una adicción a la que recurre "cada vez que me siento inestable o inservible". Confiesa que la primera vez que se drogó fue "tras la muerte de mi madre. Me sentía solo y mi padre era alcohólico, y en eso me refugié". Esta vez, sin sueldo, no fue capaz de afrontar el arrendamiento de su piso, del que le echaron tras 20 días de impago. Y la historia de su vida se volvía a repetir: recayó en la heroína y la cocaína. "Por culpa de la droga he perdido al resto de familia, a mis hermanos, mi propia autoestima, me han cerrado puertas y la sociedad me ha dado de lado". Tras estar 4 meses sin hogar, vagando por varios albergues de la provincia, llegó al albergue municipal de Jerez, habló con la orientadora y le sugirió ir al centro de día. "Estar ocupado y sentirte útil lo cambia todo, no tienes tiempo para pensar en las adicciones". Ahora espera que el Centro de Tratamiento Ambulatorio, CTA, le brinde un piso de reinserción y comunidad. Mientras, en el centro de día dirigido por Ana Castro encuentra "un gran paso previo para integrarme en la sociedad. Gracias a los psicólogos y educadores del centro estoy trabajando mis frustraciones, y espero conseguir trabajo y la estabilidad que tanto me hace falta en un futuro próximo".
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