¿Desaparece la juerga como expansión festiva del alma popular de los jerezanos?
JEREZ TIEMPOS PASADOS
Según el diccionario de la Academia de la Lengua Española, una juerga es una fiesta o diversión muy animada y ruidosa que generalmente se acompaña de música, baile y bebidas. También se la describe como jarana con canto y baile
ESTAMOS seguros que habrá miles de jerezanos, de tiempos pasados y presentes, que jamás habrán necesitado correrse ningún tipo de juerga. Como también sabemos que existen otros muchos que sí se la han corrido. Y más de una vez. Pero la juerga bien o mal entendida nunca tuvo, que sepamos, muy buena fama. Y los juerguistas la tuvieron peor. Porque la juerga clásica arrastraba borrachera y toda clase de vicios. Así que si en una familia surgía un juerguista, era tratado como si fuera un apestado, ya que se le consideraba un taranbana, un cabeza loca, el garbanzo negro de la familia; un desgraciado y la ruina más vergonzosa. Sin embargo, y pese a todo, la juerga no dejaba por ello de ser algo así como la expansión festiva del alma popular de los andaluces; en este caso, de los jerezanos.
En nuestra calidad de flamencólogos, nosotros hemos investigado, muy a fondo, hasta los últimos y más recónditos encuentros del alma popular con esos momentos de expansión que el cuerpo, en ocasiones, le pide, y no digamos necesita. Y la juerga, si se sabe vivir, consecuentemente, puede ser saboreada como un estado profundamente gozoso; ya que hay juergas que suelen ser necesarias, en contra de otras que no traen más que ruina y abundantes vicios.
Para ello, fijémonos en las distintas clases de juerga que existen: las que sirven de recreo al espíritu y las que solo llevan a la perdición. Estas últimas son las que desecha toda persona que sea sensata. En cambio, las festivas que suelen apoyarse en el alma popular andaluza, es decir en nuestros cantes y bailes, en la bebida con moderación y en la gastronomía propia de la región, esas suelen engendrar sentimientos fraternos, momentos sanos y muy felices, además de arte. Pero el vocablo juerga cayó prácticamente en desuso, siendo sustituido por fiesta, que es palabra que goza de mayor aceptación. Por eso, cabe preguntarse ¿si desaparece la juerga, al viejo estilo jerezano?
Nosotros, por nuestra condición de flamencólogos, hemos tenido la enorme suerte de poder participar en muchas de ellas. Y las ha habido de todo tipo, en ventas, en peñas, en cortijos y viñas, y hasta itinerantes o callejeras; como las que solía organizar cierto aficionado, en el mismo Arco de Santiago, ante el Boquerón de Plata, para grabarle su cante a los flamencos. Juergas que duraban varias horas, con mucho vino y pescado frito por delante. Y allí cantaba todo quisque, en medio de un indudable afán recopilador, para que aquellos cantes y aquellas voces no se perdieran. Pero como no existía un rigor, las cintas llegaron a perderse, desgraciadamente. Y hoy no queda nada, que sepamos, de tan loable esfuerzo antológico y de archivo.
Una de las juergas mejores que nosotros recordamos, la vivimos en una antigua y coqueta bodega de la calle San Juan de Dios, propiedad de Romero P. Gil, que días después, los mismos amigos, repetiríamos en "El Volapié", invitados por el bodeguero, con unos huevos fritos, revueltos con tagarninas; además de otras viandas de nuestra cocina tradicional que, en dicho lugar, siempre han sabido servir con exquisito buen gusto.
La juergas con buena y abundante comida, siempre han sido más saludables. Con los compañeros de la Cátedra de Flamencología, siempre recordaremos las que solíamos tener, siendo muy jóvenes, en la desaparecida Venta de los Negros, donde podía comerse la mejor carne de caza de todo Jerez. Allí pasamos una noche inolvidable, escuchando cantar al Guapo y al pobre Enrique Morente, cuando le trajimos a cantar al Colegio de la Juventud. Esa noche, El Guapo cantó la mejor antología de fandangos de toda su vida: los de Caracol, los de El Pinto, Aznalcollar, El Sevillano, Carbonerillo, etc. El Guapo, que todos sabemos que es un "monstruo" cantando, acabó con Morente, que ya no abrió la boca en toda la noche. Lo mismo que ocurriera, años después, en otra juerga - perdón, fiesta - que tuvo lugar en la bodega de Garvey, donde El Guapo también acabó con Pepe Menese, cantando por martinetes. Y eso que allí no había tanta comida como en la Venta Los Negros, aunque sí sobraba el vino del bueno. Eso es otra cosa que traen consigo las juergas, ahora llamadas fiestas; expresión que resulta menos peyorativa: los piques, los desafíos, los sanos enfrentamientos, a veces no tan sanos...
Pero eso es algo muy jerezano, de toda la vida. Aquí, siempre ha habido quienes cuando escuchaban cantar en una venta o en un tabanco, inmediatamente salían cantando también, para intentar demostrar que ellos sabían hacerlo mejor; y entonces era cuando se formaba el lío, pero sin que, generalmente, los cantaores pasaran a mayores, liándose a mamporros; aunque alguna vez sí que ocurrió. Y todo eso sin que hubiera por medio desafío ni enfrentamiento previo. Como dicen que sí ocurría con el célebre cantaor Silverio Franconetti, quien cada vez que iba un pueblo a actuar, solía desafiar a todo quisque ofreciendo un buen dinero a quien se atreviera a cantar mejor que él. Y por eso le llamaron en Cádiz "el rey de todos los cantaores". Aunque en su Sevilla natal le siguieran llamando "El Rano", porque dicen que, físicamente, era bastante gordo y chaparrito.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra juerga significa "fiesta o diversión muy animada que generalmente se acompaña de música, baile y bebidas". También es sinónimo de "jarana con canto y baile". Juergas sanas y alegres, muy a la jerezana, son aquellas de tipo flamenco, que se suelen organizar entre amigos, a base de cante y baile de la tierra. Algunas bodegas acostumbran a celebrar este tipo de fiestas, con artistas profesionales, en honor de visitantes ilustres o clientes muy importantes; ofreciéndolas como algo muy típico, propio de Jerez. Aunque no cabe duda que las fiestas flamencas más enraizadas y tradicionales son las que sirven de acompañamientos a boas y pedimentos de nuestro hermanos gitanos. En ellas nunca falta, ni el cante, ni el baile, ni el vino; pudiéndose decir que son las juergas más puras y sanas, en las que podemos tomar parte, por su propia naturaleza; ya que tienen como único objetivo aclamar la virginidad de la novia y felicitar al novio, participando todos los invitados de unas gratísimas horas de esparcimiento y confraternidad, en el mejor y más alegre ambiente festivo.
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