Empezando a labrarse un futuro

Aspanido ha puesto en marcha hace unas semanas un taller de empleo de tapicería · Nueve chicos con síndrome de Down realizan además prácticas en empresas privadas e instituciones municipales

Algunos de los alumnos, junto a sus profesores, en el aula de formación compensatoria de la calle Santa Clara.
Algunos de los alumnos, junto a sus profesores, en el aula de formación compensatoria de la calle Santa Clara.
Noemí González / Jerez

23 de febrero 2009 - 01:00

Codo con codo. Así trabajan muchas personas con síndrome de Down en la ciudad en trabajos que los motivan y en los que se sienten responsables y uno más en la plantilla. Es el caso de Jesús, todo un conocedor de las calles de Jerez y que hace además en Aspanido tareas administrativas, de LuisFe, a quien le encanta el deporte y que trabaja en la piscina cubierta o de Gonzalo, al que le gustan los animales y que trabaja en mantenimiento en el zoo.

Son sólo algunos ejemplos de los jóvenes que empezaron años atrás a labrarse un futuro. "Esto no es cosa de un día, sino de muchos años de trabajo", comenta la presidenta del colectivo Aspanido, Juana Zarzuela. El equipo que la respalda secunda lo que dice. Hace apenas un mes han puesto en marcha un taller de empleo de tapicería gracias al Servicio Andaluz de Empleo de la Junta que ya está dando muy buenos resultados. Para ello utilizan unas instalaciones cedidas en un antiguo colegio en la calle Santa Clara, donde treinta personas mayores de 25 años aprenden este oficio. De ellas, la mitad son mujeres y el 15% sufre una discapacidad, bien tienen síndrome de Down o sufre una minusvalía intelectual.

Aprenden rápido o eso al menos es lo que opina su profesor, Antonio, que les instruye en un oficio artesanal que se trata de recuperar. La materia prima que usan es lo que nadie quiere. Muchas de las sillas, sofás, cortineros, cabeceros y sillones que tapizan son donados y otros recogidos directamente de la basura. Luego los dejan como nuevos para regalarlos de forma altruista a instituciones y colectivos. "Tengo mucha suerte porque son muy listos y aprenden rápido, aunque algunos vinieron sabiendo algo y eso se nota", apunta el docente. Trabajan con distintos materiales, desde la piel hasta la delicada tela, y el sueño de Aspanido es que con el tiempo puedan contar con una empresa de inserción laboral con personas con discapacidad, una garantía de futuro. Son ocho las horas que este grupo pasa en este taller trabajando. Al final se llevan a casa un sueldo de unos mil euros y todo lo que están aprendiendo.

Aspanido, que tiene su sede en la calle Zaragoza, tiene ya experiencia anterior en talleres de empleo. "Mucha gente no se imagina cómo es trabajar con una persona con discapacidad, pero son muy responsables, no piensan hasta dónde pueden llegar. Se trata de un ambiente de feedback en el trabajo", apunta Zarzuela.

Anabel Bernal y Vanesa García con las directoras de Taller de empleo y la coordinadora del Área de empleo, respectivamente. Actualmente llevan a cabo varios programas como el de experiencia profesional. A través de él hay participantes que ya están haciendo prácticas profesionales tanto en empresas privadas como entidades públicas. Una de las premisas que se tienen en cuenta, según explican, es el perfil de la persona interesada en las prácticas, así como sus gustos y afinidades o sus habilidades sociales, por ejemplo. Cinco personas están empleadas en una tienda de ropa infantil; otro chico se ha convertido en un hacha en la cocina al trabajar en un restaurante. Otros están en despachos de profesionales y tres chicos se están formando en distintas dependencias municipales. Es el caso de Luis Fernando, LuisFe para los amigos, que trabaja en la piscina cubierta o el ya mencionado Gonzalo, en el zoo. Rubén está trabajando en el área de Infraestructura.

Pero para averiguar las preferencias hay una ardua labor desde atención temprana, una larga cadena hasta que los niños maduran. Se les hace un perfil a cada uno y numerosos test de evaluación psicológica para determinar sus capacidades, sus aptitudes. "Se les enseña a hacer un currículum, a pasar las entrevistas de trabajo, como cualquier aspirante a un empleo", señala Bernal.

Antes de eso han subido uno a uno distintos escalones. Primero el de atención temprana, de 0 a 4 años, luego la etapa de escolarización hasta los 18 años donde se les da apoyo escolar y se les educa para la vida adulta, así consiguen autonomía, habilidades sociales y reciben estimulación de inteligencia. Todos los chicos y chicas Down tienen su certificado de escolaridad. En otro nivel está la formación para el empleo con las escuelas taller y casa de oficio, así como los antiguos Planes de Garantía Social, en los que se los forma en jardinería, tapicería, guía turístico, en hostelería y en voluntariado. La informática está a la orden del día, ya que se hacen también talleres de reciclado.

No se pasan por alto las medidas de seguridad laboral, sobre todo porque se trabaja con máquinas para acabar el tapizado. Antonio, el profesor, enseña una especial que impide que cualquiera se haga daño en las manos. "Sabes lo que me dicen -comenta el docente- 'yo no soy tonto, tengo síndrome de Down'. Son capaces de mucho y hacen lo que se les dice. Aprenden rápido".

Aparte de esa formación para el empleo no se descuidan otros asuntos en los que se tiene en cuenta el nivel de cada uno de los alumnos. Es ahí donde entran en juego las tutorías en las que se ven las necesidades de cada uno. Hay quien mejora la lectoescritura, quien se prepara para un ciclo de grado medio o superior de la Formación Profesional o quien prepara unas oposiciones. Hace poco una joven con discapacidad intelectual ha aprobado unas para el Ayuntamiento, "con mucho esfuerzo por parte de todos. Además esto es también una cuestión de familia, que son una pieza fundamental, la que más", dice la presidenta de este colectivo.

El objetivo es que puedan ganar autonomía y poder tener un trabajo, como Jesús Guerrero, el ordenanza de Aspanido, que se confiesa encantado con su labor en la oficina de esta asociación. Además de atender al público, realiza numerosos recados para la asociación por toda la ciudad y se desenvuelve estupendamente, también en el ordenador. En breve le vence su contrato, pero visto lo visto, seguro que se lo renuevan.

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