Patrimonio de Jerez

La Ermita desnuda

  • El templo de la hermandad del Cristo de la Expiración se desviste al completo a la espera del inicio en breve de sus obras de rehabilitación.

Despojada de lo material, la ermita se desnuda. Su corazón carcomido por el tiempo, devorado por los insectos, aún late, bombea historia. Falta de fuerzas, necesita unas manos que le devuelvan a su ser, a su razón de ser de manera urgente. El Cristo de la Expiración y la Virgen del Valle quieren seguir habitando su casa, cuyas vigas de madera no resisten más. Las termitas se han puesto las botas, y quieren más. Ahora, un convenio de colaboración con el Ayuntamiento ayudará a la rehabilitación de la Ermita de San Telmo, con una aportación por parte del Consistorio de 100.000 euros -de la que se ha recibido por ahora el 50%-. Una subvención destinada a sufragar parte de un proyecto con el que se repararán las cubiertas de este edificio, realizar estudios de patologías de fisuras y fachadas, renovación de alumbrado y eliminación de barreras arquitectónicas, entre otros trabajos necesarios para garantizar el mantenimiento de la ermita. 

El hermano mayor de la hermandad del Cristo de la Expiración, José Manuel García Cordero, apunta que en "un par de semanas comenzarán las obras, que afectan sobre todo a las cubiertas. Lo que nos dio la voz de alarma fue una especie de gusano de agua que caía por la piedra, que era en realidad   un canal de termitas, que ya se habían comido el  corazón de las vigas y estaban buscando madera nueva". Dichas vigas también están podridas por humedad y atacadas por xilófagos, por lo que la intervención se hace más urgente aún.  También se solucionará la gran fisura que ha aparecido en el camarín, que no se sabe si es por la propia circulación de coches en la zona  o por la fisonomía de la iglesia. 

Para todas estas actuaciones ha sido necesario desvestir el templo. "La verdad es que es la primera vez que lo veo así, sin nada, sin bancos, sin figuras... Me impresiona", precisa García. Y así es. Púlpitos y retablos envueltos en plásticos para evitar que les afecte el polvo de las obras, con sus principales figuras descansando temporalmente en San Francisco. Los enseres y el patrimonio están repartidos entre la nave de un hermano y en el sótano del edificio, donde se resguarda la historia a la espera de poder lucirse de nuevo. 

También se desarrollará una actuación sobre la nave lateral, con el cegado de tres huecos de fachada y la reparación de cubierta por filtraciones. "Sí, esta luz que entra queda muy bien, pero esta cristalera da mucho calor y no podemos colocar nada aquí". Aunque se abrirá una puerta en la zona para que, por ejemplo, entre esa agradable corriente de aire en las celebraciones estivales. El proyecto incluye también la adaptación de la estancia de planta cuadrada ubicada bajo la sala del sagrario, también atacado por xilófagos, y en la que irá el futuro columbario. Se hará además un estudio paramental de la fachada principal para conocer la composición de materiales con la que está formada y permita realizar con criterio futuras actuaciones; un estudio de patología que ha producido la aparición de fisuras en el campanario de la ermita y la reparación de las mismas; la renovación de las instalaciones de alumbrado de la nave principal y el ábside, la constitución de luminarias, y el estudio de las cotas de acceso que permita eliminar las barreras arquitectónicas. Males, sobre todo el de los techos, que han existido en la ermita desde hace muchos años. "Se hizo un pequeño remiendo hace cinco lustros, pero se ha ido dejando, dejando por circunstancias...", dice el hermano mayor.

José Manuel nos conduce por unas escaleras hasta la zona de las vigas de la cubierta  donde se palpa la enfermedad de la madera, que son casi de cristal, sumamente frágiles, que ya no pueden soportar más el peso de la historia. Es como una pequeña cueva oculta desde la que se observa desde arriba el vació en el que está sumida la ermita. Aquí hay mucho que hacer.  El hermano abre después el sótano de la iglesia, los almacenes, donde las vigas también están raquíticas, pero pasan desapercibidas entre los cirios, que cuelgan a modo de secadero de jamones. Los pasos desmontados, los mantos, la orfebrería duermen a la espera de que acaben las obras y llegue la Cuaresma. "Aquí hay muchos siglos e historia guardados. Y muchos golpes de riñón, cosas pagadas por los hermanos, que nosotros no hemos tenido la suerte de tener mecenas", dice García. 

Y aunque todo parece paralizado, la vida sigue en la ermita, con las reuniones de los hermanos, grandes y pequeños, en la búsqueda de la implicación de los jóvenes en la comunidad, con la labor paciente en los bordados de José Antonio, en el archivo, en la sala de reuniones. Una iglesia que ha sufrido diversas transformaciones, aunque el humilladero primitivo dice García que es de 1406. Luego se van haciendo actuaciones hacía detrás y en los laterales., con la construcción de casas adosadas para que el templo no se fuera cayendo hacia los lados. "Los arquitectos municipales -dice José Manuel- están muy interesados en estas obras para datar también qué parte es la histórica, la antigua, la nueva... No hay nada datado, sólo tenemos un papel en nuestro archivo que dice que la primitiva hermandad del patrón San Telmo, del que tenemos el retablo, es del XV". 

"Situada en los límites del arrabal de San Miguel, tiene su origen en 1575, cuando se funda la Hermandad del santo Cristo de la Expiración por el gremio de barqueros, que dedicaron la capilla al beato dominico Pedro González Telmo. El edificio actual debió ser levantado en el siglo XVIII. Entre los bienes con los que cuenta la ermita destacan una demanda de plata realizada en 1685 por Juan Díaz de Mendoza, y muy especialmente la cruz del Cristo de la Expiración, de plata, de 1744, por el platero Francisco Márquez", cuentan los historiadores Pablo J. Pomar y Miguel A Mariscal en 'Jerez, artística y monumental' (Sílex). Destaca también el valioso y cuidado archivo de la hermandad, con numerosas joyas de la corona. Una iglesia a la que iban los dominicos a morir, una especie de 'salto al cielo', que estaba muy a las afueras de Jerez y hasta la que había que atravesar -varios siglos atrás- mucho campo desde San Miguel. De hecho, debajo del camarín y en el futuro columbario descubrieron años atrás en unas obras numerosos enterramientos. 

Las obras, que se espera que estén concluidas a finales de año, serán financiadas en parte también por la propia hermandad, que espera la colaboración de los jerezanos, "por muy pequeña que sea su aportación. Además, las donaciones pueden desgravar en Hacienda. También hemos preparado un concierto para septiembre con David DeMaría y otros artistas de la tierra, y ahora en verano queremos hacer uno con Jesús Méndez para recaudar dinero para la rehabilitación. Esta es la obra de la hermandad  -concluye-, no de José Manuel García. Es de todos los hermanos. Estamos trabajando para que se conserve el patrimonio y con pequeños granos de arena se mueven montañas. Volveremos a vestir a la ermita como se merece".

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